Inseguridad pública, ‘seguridad´ privada
Semanas atrás, en el barrio de Parque Chacabuco, una “bala perdida” alcanzó y mató a una joven que viajaba en colectivo. En las inmediaciones, un asalto a una farmacia era repelido drásticamente por vigilantes privados. De allí partió la bala mortal. En los mismos días, un joven fue baleado por una bandita de arrebatadores en Ingeniero Budge (ver PO 600). Había intercedido entre ellos para que devolvieran el dinero hurtado a una anciana del barrio. ¿Cuál es el nexo entre estos dos hechos, genéricamente vinculados a la cuestión de la “seguridad” y la delincuencia urbana?
La propiedad y la ‘seguridad’ privadas
El hecho de Parque Chacabuco fue naturalmente presentado como una “fatalidad”, y rápidamente colocado en el debe de la “ola de delincuencia”.
Pero esas balas “accidentales” son el producto de las facultades discrecionales con que cuentan los aparatos —públicos o privados— de “seguridad” para repeler asaltos. Los tiroteos indiscriminados revelan que los guardias tienen ‘vía libre’, cuando se trata de defender bancos, fábricas o comercios. Esto es particularmente válido para la seguridad privada, muchas veces reclutada en las filas de los propios policías en actividad. Cuando el estado capitalista es rozado por las lacras que él mismo genera —en este caso, un auge delictivo que es producto de' la miseria social creciente— no trepida en Colocar a la propiedad privada por encima de la vida humana.
La inseguridad pública
Lo ocurrido al joven de Ingeniero Budge termino siendo opa cado por el maltrato y la completa indiferencia que luego recibió la víctima. En la comisaría zonal se negaron a recibir la denuncia argumentando que la víctima... no estaba en condiciones de declarar. La atención médica le fue denegada en dos hospitales de la zona, lo que le provocó la pérdida de una de sus piernas cuando finalmente fue socorrido. En la fiscalía, su caso fue recibido inicialmente con indiferencia. Sólo cuando una movilización de vecinos se apersonó al juzgado, se logró el compromiso del fiscal de concurrir al barrio.
“Peleas de este tipo hay todos los días”, fue el argumento con el que se pretendió justificar la displicencia judicial. Pero la indiferencia estatal tiene otra razón de fondo: las ‘banditas’ que asuelan los barrios actúan con la indisimulada ‘protección’ de las ‘bandas’ policiales y políticas (más poderosas) a quienes por lo general, los arrebata dores sirven y entregan su ‘diezmo’. Ninguna bandita ‘opera’ en forma fluida sin la ‘protección’ correspondiente. Las banditas, además, son el mercado —y también el último eslabón— del más aberrante de los negocios, el tráfico de drogas. Este, también, sólo puede desenvolverse si cuenta con la venia de las mafias policiales. Bajo la forma de una “guerra entre pobres”, se desarrolla en el Gran Buenos Aires el último eslabón de una cadena de opresión y violencia contra los trabajadores, que comienza con la desocupación en masa y la miseria salarial.
Programa
Todos los representantes patronales han salido a clamar por “mayor seguridad”, entendiendo a ésta como el reforzamiento general del aparato de represión, y facultades irrestrictas para los servicios de seguridad privados. Los aliancistas han sido particularmente ‘enérgicos’ en el reclamo. El Frepaso ha estimulado en varios municipios la creación del “ombudsman de la seguridad”. En Avellaneda, este funcionario vive gestionando mayores recursos — patrulleros, efectivos —para la ‘bonaerense’. Del mismo modo, se quiere ganar para este reclamo a la población de los barrios más oprimidos.
Pero los hechos de Parque Chacabuco y de Budge demuestran que el reforzamiento del aparato estatal sólo puede ser fuente de la mayor inseguridad para la población oprimida y para la vida humana en general. Una seguridad que se ejerce sin escrúpulo alguno hacia la vida humana. Para la población explotada de los barrios, “mayor vigilancia y efectivos” significa más proliferación de las ‘zonas liberadas’ y los ‘diezmos’-, mayor extorsión sobre los jóvenes desocupados y desesperados para que actúen como “brazo ejecutor” de la violencia estatal.
Al coro patronal que clama por mayor represión, opongamos el reclamo de: abajo el Estado policial, desmantelamiento del aparato represivo y de los cuerpos privados de seguridad. Juicio y castigo de todas las corruptelas y el gatillo fácil. Unidad de la juventud oprimida contra la violencia estatal y la catástrofe social: seguro al desocupado para todo mayor de 16 años, reparto de las horas de trabajo.