Cultura
11/12/2025
Camila Moreno y una poética encendida
Un análisis del álbum "La primera luz" (2025) de la artista chilena
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Un trabajo íntimo, minimalista y personal
La luz, en sus diferentes formas, atraviesa conceptualmente las diez canciones del quinto álbum de Camila Moreno, música y poeta chilena de la nueva generación de artistas populares.
Grabado en México y producido por Adán Jodorowsky, Camila Moreno presenta un trabajo íntimo, minimalista y personal. Son diez composiciones propias, donde se destaca la apuesta por lo analógico: todos instrumentos de verdad, tocados por personas.
Fue el resultado de un mes y medio de encierro en la casa del productor en Ciudad de México. Lograron una intimidad creativa y sensible que se percibe en las sonoridades de los distintos instrumentos, el tono de voz, los arreglos sutiles, precisos, la atmósfera sonora en su conjunto. Ninguna estridencia. Un álbum conceptual en su poética, en las composiciones, en los arreglos y en toda la producción.
En una decisión contracorriente, Camila Moreno liberó en su página web el disco para descarga gratuita, antes de lanzarlo en las plataformas, junto con el arte de tapa, la información técnica y las letras. La artista chilena es crítica de las empresas de plataformas musicales, en particular, de Spotify, cuyo fundador es un activo financista bélico.
Musicalmente, el álbum es impecable. Cada composición es sólida, con melodías y estribillos imborrables, armonías complejas y una rítmica flexible, por momentos cambiante, compases que pasan de cuatro tiempos a cinco o a tres, integrándose orgánicamente a la métrica de las letras que son poemas. Con influencias de Björk y Radiohead, arpegios loopeados, repeticiones que van agregando capas de texturas, y una lírica sobria, cada canción invita a una escucha tras otra.
La propuesta audiovisual de cada canción fue grabada en plano secuencia bajo la dirección de Carolina Moscoso y la foto de tapa es de Valentina Palavecino.
Lo cotidiano es político y puede ser poético
La primera canción, que lleva el mismo título que el disco, presenta en los primeros compases lo que va a ser el núcleo principal de toda la producción. Un ritmo en guitarra (¿o cuatro venezolano?) que se sostiene sin adornos, descarnado, expuesto. La voz, entrando casi en un susurro, y los primeros versos, nos muestran una escena de lo más cotidiana: el supermercado. Y, en ese mismo acto, busca desautomatizar, hacer visible de lo cotidiano aquello que la propia cotidianeidad esconde, naturaliza. “Hay tanto ruido/ En los supermercados/ Yo solo escucho sexualidad”[1]. Y produce un efecto de extrañamiento. Tedio, ansiedad, angustia, hastío buscan ser tapados con consumo. Pero ese vacío no se llena; su origen es el deseo.
Hay en lo cotidiano una materialidad que se impone a la voluntad y al deseo. La poética de Camila Moreno aborda esa cotidianeidad; no es una estética escapista. Ser mujer, hija, novia, madre, son distintas capas de materialidades que van siendo observadas, puestas en cuestión.
La segunda canción, “Madre nunca niña siempre”, vuelve a colocar una cuestión ya tematizada por Camila en su tercer álbum, el extraordinario Mala madre que está cumpliendo una década: las maternidades profundas. Ser madre-hija-niña-mujer al mismo tiempo. No es una mirada complaciente de los vínculos. “Madre :/ Nunca quise hacerlo/ Porfa para sola/ Dije/ Porfa/ Para/ Sola/ Sorri/ Madre/ Por ser tan violenta”.
La maternidad impone una rutina: lavar, cocinar, ordenar, limpiar, cuidar, criar, dormir, amar. Cuenta Camila Moreno que la maternidad la transformó. Cambió su vida, su ritmo, sus decisiones. Y cuando quiso compatibilizar la vida en pareja, ser madre y artista, las cosas se pusieron difíciles. Nunca es fácil para un artista independiente vivir de su arte. Mucho menos si es mujer, madre separada y bisexual.
“En ‘Madre nunca niña siempre’ hay una cosa de espejo de mi propia maternidad, pero también de pensar que parece que nunca llegamos a crecer, a ser madres realmente. Siempre somos como niños jugando a ser adultos”, dice Camila para la radio de la Universidad de Chile.[2]
También aparece la maternidad en “Medalla de oro”, “Antorcha”, y podría decirse que parte de esa luz que atraviesa conceptualmente todo el álbum proviene de su experiencia de ser madre, de haber dado a luz, o de haberla recibido. “Es la primera luz que me dan/ Cuando me pierda/ Me guiarán/ Yo que me cuidé/ Terminé rompiéndome/ Yo que me perdí/ Terminé encontrándote.”
“Irreversible” es una dolorosa balada de desamor. Sin romanticismo ni autoindulgencia, moviliza las tensiones de un sujeto deseante, contradictorio, cambiante, sensible. “Quizás borrarte/ Sea imposible/ Y desearte/ Una condena/ Irreversible (…) Hoy quiero decirte/ Ya eres libre/ Aunque ame tus ojos/ De nada me sirve/ Igual te hago mal.”
Hay en las letras amor, dolor, pasión, deseo, sensualidad, angustia, bajo luces distintas, tonalidades distintas.
Esa luz que irá iluminando, quemando, ardiendo, soleando, calentando, también es la del amor de su novia, cuyo segundo nombre es De la Luz. “Entonces también hay una cosa como de amor en ese sentido, porque ella fue un gran soporte para mí durante mi crisis de salud mental. Es una persona que me sostuvo harto. Estaba todo unido en ese sentido” (radio Universidad de Chile).
Es álbum cuyas letras tienen mucho de auto ficción. En La primera luz, Camila Moreno se impuso el desafío de no ser un personaje, quizá como efecto reactivo a su anterior disco, Rey. “Pero ¿cómo podría no ser un personaje?, si igual te estás poniendo en una puesta en escena. Entonces, yo creo que el disco sigue a un personaje; es la sublimación emocional de un ser. Podría decir que es el disco que más se acerca a la Camila de la casa en pijama, que lava la loza, que es una persona real, común y corriente como cualquier otra.”[3]
Los videoclips siguen esa esencia. Puede verse a esa Camila de entrecasa, sentada a la mesa, lavando la ropa, bañándose. Fueron grabados en plano secuencia, con una estética cuidada al detalle, a cargo de Carolina Moscoso.
Estallido social y pandemia
En “Habla”, Camila Moreno aborda escenas dramáticas y sensibles del estallido social de 2019 y que tuvo a las masas chilenas en pie de lucha. Ella participó activamente de las movilizaciones que fueron ferozmente reprimidas por el gobierno de Sebastián Piñera, quien dictó el estado de sitio. “Ahora que no hablas yo estoy muriendo. Ahora que no sirve decir lo siento. Ahora que no puedes decir mi nombre. Ahora que el silencio es tan enorme. HABLA. HABLA.” Su hijo pequeño de repente, en ese clima donde todo parecía a punto de estallar y las fuerzas represivas actuaban brutalmente disparando a la cara de los manifestantes, perdió el habla, dejó de hablar. El canto de Camila se vuelve tierno, suplicante, de angustia. El estribillo se acerca a una canción de cuna: “Duérmete mi niño que hay toque de queda. Duérmete mi niño que el mundo se quema.” En este punto, la luz surge de lo que se quema. Ante tamaña oscuridad, hace falta un estallido que dé vuelta todo.
Son pocas las producciones artísticas que tematizan la pandemia. Hay una suerte de amnesia colectiva, un mecanismo de autodefensa para no pensar en los efectos físicos, materiales y psíquicos frente a lo que fue el encierro, la falta de vacunas, las dificultades para sostener la vida familiar, en el marco de las restricciones sanitarias y la falta de recursos. “Ahora que todos sabemos lo que es el encierro. Aunque se acabe el mundo nos siguen mintiendo.” Y, de nuevo, una materialidad que se impone: “Ser vida. Ser muerte. Ser sangre. Ser un destierro. Ser mudo. Ser ciego. Ser hambre. Seguir despierto. Cuando hay hambre y la rabia es más violenta.”
Una de las tensiones que recorren el disco es la luz frente a la oscuridad. Para que haya “primera luz”, tuvo que haber habido oscuridad. En la última canción, “Antorcha”, es la acción voluntaria, consciente, basada en la experiencia, más que en la especulación, la que aporta la luz, una luz ardiente. “Cuando se vaya el sol. No vendrá la noche. Mi cuerpo será una antorcha. Cuando quieras escapar.” Termina en una alusión a la fiesta de San Juan, una noche iluminada por las fogatas, en una fiesta popular, pagana. El fuego como conjura.
Las últimas palabras de “Antorcha” -y de La primera luz- son: “En la misma ceremonia. Todos vamos a bailar”. Es un baile casi ritual, un baile popular, colectivo, que guarda algo ancestral, acaso un homenaje a nuestros muertos. Quizá por eso no esté tan alejado de ese concepto el EP de otra chilena que ha cantado con Camila Moreno, Javiera Mena, Entusiasmo (2021). Con canciones mucho más pop y bailables, y otro tipo de producción, las canciones de Javiera Mena tuvieron la inspiración de la fuerza de las mujeres durante las jornadas de lucha de 2019 y la ola creciente de feminismos también en Argentina y en todo el mundo.
La luz puede iluminar o enceguecer. Como en el tema “Vapor”: “Ahora veo tu luz”, una luz resplandeciente. O lo que escribe en “Fuga”: “Miré tanto la luz que no pude verla”, una luz que encandila, que no está hecha para ser mirada. Puede verse también una intención de correr del pretendido centro del universo al ser humano. Haciendo propio un verso de su admirada poeta Sharon Olds, Camila sentencia que: “Nada llega al universo y nada lo abandona”. Apenas un instante, una fugacidad ridícula del tiempo, es la vida de cada persona en el plano del universo.
En la foto de la portada vemos la fugacidad de luz que puede dar la llama de un fósforo encendido sostenido en los labios. Luz breve, peligrosa.
Chile, en su encrucijada
Las crecientes movilizaciones populares de las que participó Camila Moreno junto al colectivo TRAMUS (Red de Trabajadoras de la Música, Mujeres y Disidencias) contra el régimen de Piñera se vieron interrumpidas por la pandemia. El grueso de las demandas quedó sin resolverse, porque no se trataba solamente de una reacción contra un tarifazo; era una reacción contra todo un régimen político y social: el pinochetismo reciclado en democracia.
El gobierno de Gabriel Boric pretendió canalizar las expectativas populares de las luchas de 2019 y post pandemia, pero condujo a su propia base social a una nueva frustración con la centroizquierda, abriendo la posibilidad a un retorno del viejo pinochetismo de la mano de José Antonio Kast.
La candidatura de Jeannette Jara del Partido Comunista chileno no despertó el entusiasmo de la juventud y de los sectores populares. Estuvo lejos de ser una campaña de izquierda, y se asimiló a la agenda política de la derecha, reforzando la autoridad política de Kast. Por caso, el subsecretario de Previsión Social, Claudio Reyes, dijo que el gobierno debe darse un “debate responsable” sobre aumentar la edad jubilatoria.
Un debate que recorre a la izquierda chilena y a los sectores progresistas y artísticos es el problema de lo que sigue luego del balotaje. En un escenario con un fascismo potencial envalentonado frente a un progresismo en bancarrota, la cuestión es con qué fuerzas cuenta la clase trabajadora y los sectores populares para dar respuesta a una crisis de régimen. Frente un panorama en el que el progresismo adopta una agenda conservadora y los conservadores se fascitizan, los movimientos populares tendrán el desafío de constituirse en la primera línea de defensa a partir de la cual organizar una contraofensiva.
Por su producción, su sensibilidad y su intervención en la lucha de clases y en el frente artístico, sin dudas Camila Moreno con La primera luz ha construido una obra que puede verse como un cuadro de época. La necesidad de la luz, en una época oscura. Una búsqueda llena de contradicciones.
[1] Todos los versos citados fueron extraídos del sitio oficial: https://www.camila-moreno.com/la-primera-luz
[2] Entrevista a Camila Moreno. Camila Moreno: “Creo en que la gente se enamore de los discos y vaya a los conciertos”. Disponible en: https://radio.uchile.cl/2025/07/06/camila-moreno-creo-en-que-la-gente-se-enamore-de-los-discos-y-vaya-a-los-conciertos/
[3] Entrevista a Camila Moreno. Camila Moreno sobre La Primera Luz: “Es un disco despojado, sin adornos, sin fuegos artificiales”. Disponible en: https://www.larata.cl/entrevistas/2025/06/24/camila-moreno-sobre-la-primera-luz-es-un-disco-despojado-sin-adornos-sin-fuegos-artificiales/103719/



