Cuba: Bloqueo y Guerra Comercial

El Congreso norteamericano acaba de aprobar la llamada "ley Torricelli", que refuerza las condiciones del bloqueo comercial sobre Cuba. La ley estipula sanciones para los países que comercien con la isla (afectando especialmente a las empresas norteamericanas radicadas fue­ra de los Estados Unidos) y prohíbe du­rante seis meses el ingreso de naves que hayan comerciado con Cuba. El comercio de las subsidiarias norteamericanas con la isla se cuadruplicó desde 1989 hasta alcanzar 718 millones de dólares el año pasado.

La "ley Torricelli" fue propiciada por la “Fundación Cubano-Africana”. Se­gún denuncias de la prensa (ver “El Nue­vo Heraldo” de Miami o “The Economist” en su edición del 19/9), la “Fundación” ha sobornado a un conjunto de le­gisladores norteamericanos y llevó ade­lante una campaña terrorista contra los miembros del “exilio”, la prensa y las empresas opuestos a la ley.

Durante el debate de la ley, Bush —al igual que Reagan en el pasado, se mani­festó opuesto a restringir el comercio de las subsidiarias de las empresas nortea­mericanas con Cuba y anunció que Veta­ría la ley en diciembre pasado (Bush vetó incluso una iniciativa similar, la llamada "iniciativa Mack"). Precisamente, para dificultar el veto, el Congreso incluyó la "ley Torricelli" en una "ley ómnibus" sobre el presupuesto de defensa para el año próximo. Aunque no está claro qué posición adoptará en' definitiva Bush, la prensa no descarta el veto parcial de la ley de defensa en lo tocante al comercio con Cuba (Clarín, 9/10).

De un modo general, la prensa "se­ria" norteamericana se opuso a la ley. "The Wall Street Journal" (25/9) la rechazó porque significaría “millones de dólares en comercio perdido para las empresas norteamericanas"; "The New York Times" caracterizó al proyecto co­mo “dudoso en teoría, cruel en su po­tencial práctico e innoble en las expec­tativas de un año electoral” y reclamó “flexibilizar el bloqueo” (reproducido por Brecha de Montevideo, 26/6); "El Nuevo Heraldo" de Miami, por su parte, denunció las amenazas que recibieron sus periodistas por su campaña contra la ley:

Más notoria aún fue la “agresiva campaña” para bloquear la ley que mon­tó el "lobby" que conformaron las empre­sas que negocian con Cuba, entre ellas pulpos de las dimensiones de Cargill — que monopoliza el comercio del azúcar cubano en el mercado de Londres—, Continental Grain, Johnson and Johnson, Goodyear y Otis. El "comercio cubano" de estos pulpos es perfectamente legal y cuenta con la autorización del Tesoro nor­teamericano.

La integración comercial de Cuba al .mercado mundial a través de la interme­diación de los pulpos imperialistas se ha desarrollado enormemente en los últimos años a partir de la "desaparición" dé la URSS. El principal renglón del comercio exterior cubano, el azúcar, es objeto de una violenta disputa entre un conjunto de “tradings”. La norteamericana Cargill re­vende en todo el mundo el azúcar cubano desde su filial londinense, pero la france­sa Denrés et Sucre le ha quitado un boca­do fenomenal, el mercado de la antigua ex-URSS, ahora que el comercio con el Este ha dejado de ser entre Estados para transformarse en privado y con ajuste al pago en divisas. El pulpo japonés Nissho Iwai, la segunda empresa comercializa- dora nipona, le ha arrebatado a Cargill otro bocado sustancioso, el del Lejano Oriente: por intermedio de la firma japo­nesa Corea acaba de comprar azúcar cu­bano por primera vez en la historia. Esta disputa explica los "excesos" comercia­les a que se ve obligada Cargill, que en­frenta un juicio en Estados Unidos por violar la ley norteamericana, esto al co­merciar con Cuba directamente desde su casa matriz. También las exportaciones cubanas de níquel a los países capitalis­tas —el segundo renglón de su comercio exterior— se han Cuadruplicado en los últimos años (El Nuevo Heraldo, 27/5).

La tendencia del capital norteameri­cano a comerciar con Cuba es poderosí­sima como lo demuestra el seminario so­bre “oportunidades de comercio e in­versión en Cuba” organizado reciente­mente en México por la revista "Euromoney". Allí concurrieron los representantes de 125 empresas, de las cuales nada me­nos que 80 —el 75%— eran norteameri­canas, entre ellas pulpos de las dimensiones de Procter and Gamble —el mayor productor norteamericano de alimentos—, Phillip Morris y Kodak, además de dece­nas de representantes de empresas de menor porte. En ese simposio, los empre­sarios norteamericanos resaltaron las condiciones privilegiadas de Cuba para el comercio, ya que es el mayor mercado de América Central y “vía natura” para la expansión del capital norteamericano (“El Nuevo Heraldo", 10/6), Naturalmente, los participantes del simposio de “Euromoney" son violentos opositores al bloqueo y a la "ley Torricelli” “El peor proble­ma para los negocios con Cuba —sin­tetizó Joe Brodwer, empresario de la ra­ma de la protección ambiental— es el exilio de Miami” (ídem).

La Comunidad Económica Europea —y dentro de ella particularmente la "es­trecha aliada* Gran Bretaña— también se ha opuesto a la "ley Torricelli", al ex­tremo de advertir que sus relaciones con Washington podrían sufrir “graves da­ños” si Bush no veta la ley (Clarín, 9/10). Otros dos estrechos socios comerciales norteamericanos, Canadá y México —con los cuales Estados Unidos acaba de fir­mar el tratado del “Merconorteanun­ciaron que proseguirían comerciando nor­malmente con Cuba. Canadá, incluso, aprobó un decreto que “prohíbe a las empresas involucradas acatar las me­didas tomadas por el Congreso de los Estados Unidos” (Clarín, 10/10).

Según la revista londinense "Cuba Business", citada por el ultra-castrista "The Militant" (22/5), “existe la sospe­cha en círculos empresarios europeos que el propósito oculto de la nueva legislación es expulsar del mercado cu­bano a las empresas no estadouniden­ses para preparar un eventual reingre­so de las empresas norteamericanas. Esta sospecha se sostiene en la selec­tiva aplicación norteamericana de las actuales reglas del embargo”. En efec­to, Washington amenaza con sanciones a empresas extranjeras de granos que co­mercian con Cuba mientras autoriza el comercio de la Cargill y la Continental Grain y el propio gobierno cubano ha de­nunciado las amenazas de represalias económicas y políticas que recibieron em­presas y gobiernos europeos que comer­cian con Cuba.

¡Pero sucede que el comercio “euro­peo”, "canadiense" y "mexicano" con Cuba es, básicamente, el comercio de las subsidiarias norteamericanas en esos pa­íses! Según* voceros de la propia CEE, “la prohibición del comercio de las subsidiarias norteamericanas reducirla en 500 millones de dólares los nego­cios anuales europeos”... que hoy totali­zan 600 millones (Clarín, 9/10) ¡El 85% del "comercio europeo” con Cuba está en manos de los pulpos yanquis! Un por­tavoz de la cancillería canadiense por su parte reconoció que “una parte signifi­cativa del comercio de su país con Cu­ba tiene por origen filiales de empre­sas norteamericanas” (Clarín, 10/10). Las protestas de los "aliados" no son más que parte de la campaña del "lobby" de empresas yanquis que quie­ren voltear la "ley Torricelli".

Todo esto ilustra la clara división del imperialismo respecto de la política frente al régimen castrista. Para una franja cre­ciente del capital mundial que comercia con Cuba y que ha realizado inversiones en la isla, “la presencia de Fidel Castro en el gobierno significa “estabilidad”, lo que 4a garantía a las inversiones”, según le confesó al castrista Brecha de Montevideo (26/6) uno de los participan­tes en el simposio organizado por “Euromoney”, Pedro Juan López, ejecutivo de "Support Marketing", empresa que re­presentó a una veintena de firmas turísti­cas y de alimentos con sede en Houston.