Internacionales
22/8/2025
El plan “E1”, un paso hacia la anexión sionista de Cisjordania
El gobierno israelí anunció la construcción de un nuevo asentamiento y una carretera de uso exclusivo para los colonos.

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El plan fue anunciado por el ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich
El ministro de Finanzas de Israel, Bezalel Smotrich, anunció el miércoles 20 la inminente construcción de un nuevo asentamiento en la Cisjordania ocupada, con 3.410 viviendas y una carretera de uso exclusivo para los colonos que unirá el lugar con Jerusalén.
En lo que va de 2025, el gobierno israelí aprobó –como parte de un plan de anexión de hecho- la puesta en pie de más de 20 mil nuevas viviendas y promueve el arribo de cientos de miles de nuevos colonos en los próximos años, que se sumarán a los 700 mil que ya viven en Cisjordania y Jerusalén Este. "Esto es el sionismo en su máxima expresión: construir, colonizar y reforzar nuestra soberanía en la Tierra de Israel", dijo Smotrich, en una mezcla de mesianismo y sincericidio. La otra cara de este proceso es evidente: el desplazamiento masivo de los palestinos de sus hogares.
La prevista carretera entre el proyecto E1 y Jerusalén, calificada como una ruta del apartheid por organismos de derechos humanos, partiría en dos a Cisjordania, entre norte y sur, profundizando una característica de la colonización sionista, que es la fragmentación del territorio palestino en una serie de cantones aislados entre sí, bajo una férrea vigilancia militar israelí. Esto explica que Smotrich dijera, en la presentación del 20, que el nuevo plan “sepulta la idea de un Estado palestino”.
A partir de los acuerdos de Oslo de 1993, suscriptos entre Israel y la OLP (Organización para la Liberación Palestina), con el patrocinio de Estados Unidos y la Unión Europea, Cisjordania quedó dividida en tres áreas (A, B y C). El área C, bajo control total de Israel, abarca el 60% del territorio y las tierras más fértiles. El área B (22% del territorio) tiene dominio civil de la Autoridad Palestina (AP), pero Israel también interviene en la seguridad, y solo el 18% del territorio (el área A) está bajo control total de la AP. Aun sobre estos presupuestos tan desfavorables para los palestinos, la colonización siguió progresando de manera sostenida.
En Cisjordania, los palestinos están sometidos a los tribunales militares israelíes, el hostigamiento constante en los puntos de control sionistas (los “checkpoints”), las redadas criminales del ejército y el ataque de bandas de colonos armados (que dejaron más de 700 muertos desde octubre de 2023) y la restricción del acceso al agua que ejerce la firma israelí Mekorot, que prioriza esos recursos para las colonias. Este cóctel propicia el desplazamiento.
En estas condiciones, el reconocimiento de un Estado palestino, anticipado por Francia, Reino Unido, Canadá y Australia (que podría formalizarse en la próxima asamblea de la ONU, en septiembre) tendría un carácter mucho más simbólico que efectivo. Y no solo eso, ya que también es una fuente de maniobras por parte de estos Estados, toda vez que el reconocimiento viene condicionado a la exclusión de Hamas del aparato estatal y a una “supervisión internacional” –tal el planteo de Australia-, es decir, a una injerencia descarada sobre los asuntos internos de ese Estado.
Las potencias europeas se vieron obligadas a cambiar el discurso sobre Palestina ante el impacto internacional causado por la hambruna en la Franja de Gaza y los crímenes en las filas de reparto de ayuda humanitaria, pero en los hechos siguen respaldando al Estado sionista. Alemania –segundo proveedor militar, detrás de Estados Unidos- aún le vende armas (el embargo que instituyó por estos días es de carácter parcial), el acuerdo de asociación económica Unión Europea-Israel se mantiene en pie, y en varios países del viejo continente se hostiga al activismo propalestino con proscripciones (como la de Palestine Action en Reino Unido), arrestos y amenazas de deportación.
La llamada “solución de dos Estados”, que los Estados europeos y las burguesías árabes contraponen a los planes expulsivos de Trump, se ve crecientemente inviabilizada por la colonización sionista y no podría redundar -en las presentes condiciones- más que en un microestado rodeado por Israel y completamente condicionado por el imperialismo.
En oposición a estos planteos, apoyamos incondicionalmente la lucha del pueblo palestino contra sus opresores y defendemos el derecho al retorno de los desplazados y la perspectiva de una Palestina única, laica y socialista, como parte de una federación socialista de pueblos de Medio Oriente.

