Israel: el triunfo electoral de Netanyahu

Benjamin Netanyahu

Las elecciones parlamentarias israelíes del martes 1 le dieron la victoria al expremier Benjamin Netanyahu, dejando planteado un probable regreso suyo al poder. Con casi el 90% de los votos escrutados, el Likud conseguía el mayor número de bancas en el parlamento -de acuerdo a las proyecciones, entre 30 y 31.

Aunque el dirigente derechista obtiene una cantidad de escaños semejante a la de los comicios de 2021, la suma de curules con sus potenciales aliados podría llevarlo de vuelta al máximo cargo. En especial, porque el Partido Sionista Religioso triplica sus legisladores, llegando a 15. Los partidos ultraortodoxos (Shas y Judaísmo Unido por la Torá), que mantienen su caudal, consiguen una cifra semejante de diputados. Así podría forjarse una mayoría parlamentaria en la Knéset, que tiene 120 miembros.

En cambio, las dos cabezas del gobierno en retirada salen golpeadas. El empresario del sector tecnológico Naftali Bennett y el periodista Yair Lapid habían liderado en junio de 2021 un engendro político de ocho partidos, que iba desde la ultraderecha de Yamina al Ra’am, un partido árabe-israelí. Era una tentativa precaria de bloquear a Netanyahu y de superar una crisis política que llevó a cuatro elecciones en dos años. Ese armado sucumbió definitivamente a mediados de este año, precipitando nuevos comicios.

Pues bien: Bennett se retiró de la política antes de la votación. En el caso de Lapid, su partido -Yesh Atid- creció de 17 a 22-24 diputados (quizás capturó los votos que hubiera recibido Bennett de haberse presentado), con lo cual queda como segunda fuerza detrás del Likud, pero le resultaría mucho más complejo que a su rival formar una mayoría de gobierno.

Aunque la política israelí se caracteriza por las más inesperadas combinaciones, y la “rosca” llega a niveles insospechados, por lo que no conviene dar nada por seguro, “Bibi” parece hoy cerca del retorno.

La población árabe-israelí (21% del total) ha consolidado una tendencia presente desde 2014 a votar a partidos “propios”. El ya mencionado Ra’am mantendrá su bloque en el parlamento (cinco legisladores). El Hadash-Ta’al, alianza del viejo partido comunista y una formación nacionalista, también tendrá su bancada. Y todavía no estaba claro si el Balad, otro grupo nacionalista, lograría perforar el piso de 3,25% para entrar a la Knéset.

El centro político, en cambio, aparece más licuado. El laborismo, que fue uno de los grandes partidos israelíes, obtendría solo cuatro diputados, y el Meretz peleaba por pasar el piso proscriptivo para poder mantener sus posiciones. Ambos integraron, lo mismo que el Ra’am, la experiencia de gobierno de Bennett-Lapid.

Como Netanyahu en el pasado, el gobierno que se va continuó con las políticas de ataque contra la población árabe-israelí y el pueblo palestino. Crecieron las colonias, las redadas, los crímenes (como el de la corresponsal de Al Jazeera, Shireen Abu Akleh), el accionar de las bandas ultranacionalistas, y se llevaron a cabo nuevos bombardeos contra la Franja de Gaza.

En el plano de la política exterior, Israel impulsó en abril una cumbre de seguridad con Marruecos, Egipto, Bahréin y los Emiratos Arabes Unidos, en la que participó el secretario de Estado norteamericano Antony Blinken, concebida como “el embrión de una ‘Otan’ regional”, según el diario madrileño El País (28/3). Esta alianza, que tiene su antecedente en los acuerdos de Abraham de 2020, por los que algunos Estados árabes normalizaron relaciones con Tel Aviv, busca reforzar la cooperación militar y de inteligencia. Estos pactos son una puñalada de las burguesías árabes contra las masas palestinas.

Más allá de las divergencias por el posicionamiento de Israel en la guerra de Ucrania (Tel Aviv esquiva un apoyo decidido a Kiev debido a sus lazos con Moscú), Washington sigue armando y apuntalando al sionismo, aliado en la defensa de sus intereses en Medio Oriente.

Las grandes manifestaciones y la huelga general en Cisjordania y Jerusalén Este ante los bombardeos de la Franja de Gaza en 2021 mostraron la extraordinaria vitalidad de la lucha del pueblo palestino. Un nuevo gobierno de Netanyahu, o el que surja de estos comicios, se topará inevitablemente con esa resistencia.

Frente a la política de limpieza étnica y anexión del sionismo, planteamos la perspectiva de una Palestina única, laica y socialista, en el marco de una federación socialista de pueblos de Medio Oriente.