Internacionales
1/11/2025
¿Qué significa la tregua que pactaron Donald Trump y Xi Jinping?

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Trump y Xi Jiping
Este jueves 30, los líderes de Estados Unidos y China, Donald Trump y Xi Jiping, pactaron una tregua comercial de un año en una cumbre que celebraron en Busan, Corea del Sur. China acordó suspender durante un año los controles a las exportaciones de las estratégicas tierras raras, mientras que Estados Unidos suspendió los mayores controles a las exportaciones de semiconductores, y se suspendieron los nuevos aranceles recíprocos al transporte marítimo. A su vez, Estados Unidos redujo en 10 puntos porcentuales los aranceles a los productos chinos relacionados con el fentanilo, disminuyendo el arancel promedio al 45%, mientras que China acordó reanudar las compras de soja y habilitar el control de TikTok por una empresa norteamericana.
El repliegue se produce luego de la escalada que protagonizaron ambas potencias en las últimas semanas, que prefiguraba un choque con derivaciones inciertas. Sin embargo, este repliegue, no representa una reversión de la tendencia a una confrontación decisiva entre ambas potencias. Hacia adelante, se acelerará la carrera de ambos países para dominar las cadenas de suministro y hacerse de los recursos naturales, tecnológicos y militares para poder prescindir y, a su turno, someter a su adversario.
La escalada previa
Recordemos que en el llamado “Día de la Liberación”, cuando Trump anunció aranceles exorbitantes para todo el mundo, China y Estados Unidos se enfrascaron en una escalada que llevó los aranceles recíprocos por arriba del 100 %. La decisión de China de restringir las exportaciones de siete elementos de tierras raras y los imanes relacionados —utilizados en armamento, automóviles y electrónica— fue un punto de inflexión en esa escalada. Es que China domina la mayor parte de la producción de tierras raras (entre un 60% y un 70%) y de su refinación (un 90%), y sus restricciones amenazaron con paralizar la industria yanqui y la industria automotriz internacional. Por esta razón, Estados Unidos redujo los aranceles sobre los productos chinos al 30 % como parte de una tregua de 90 días, que posteriormente se extendió, y China redujo sus aranceles sobre los productos estadounidenses al 10 % y comenzó a permitir nuevamente el flujo de tierras raras.
Esta dinámica había tenido un antecedente bastante inmediato. En diciembre de 2024, Washington había anunciado restricciones a las exportaciones a China con el objetivo de limitar el desarrollo de microchips avanzados para la inteligencia artificial con uso militar. El Estado chino respondió, en aquel momento, con la prohibición a la exportación de galio, germanio, antimonio y grafito, metales clave para la fabricación de semiconductores o baterías.
En el marco de la tregua arancelaria iniciada en mayo y prorrogada en agosto por otros 90 días más, Estados Unidos sostuvo las restricciones al envío de chips de alta tecnología al gigante asiático. China, por su parte, dejó de comprarle soja a Estados Unidos y recrudeció las investigaciones antimonopolio contra grandes empresas estadounidenses como Google, DuPont, Nvidia y Qualcomm.
Pero en las últimas semanas, faltando un mes y medio para que se venza la tregua arancelaria, se produjo un mayor recrudecimiento de las hostilidades. A finales de septiembre, la Oficina de Sanciones de Estados Unidos amplió la lista de empresas a las que se les prohíbe el acceso a la tecnología norteamericana, afectando especialmente a empresas chinas. A su vez, Estados Unidos impuso nuevos aranceles a los buques de fabricación china en puertos estadounidenses. Como respuesta a todo esto, China elevó a principios de octubre sus controles de exportación de tierras raras a un nuevo nivel. Así, estableció un régimen global de licencias que, de aplicarse con rigor, le otorgaba a China la posibilidad de dictar qué productos de alta tecnología se fabrican fuera de sus fronteras y quién los fabrica. Trump respondió amenazando con nuevos aranceles del 100% y con cancelar la cumbre entre ambos líderes del jueves 30.
Las razones del repliegue
A diferencia de la guerra comercial impulsada por Trump bajo su primer mandato, la actual confrontación ha encontrado a China mejor preparada. Y es evidente que Xi le ha dado a Trump de su propia medicina.
Muy tempranamente China ha sido consciente del poder de fuego con el que cuenta con su cuasi monopolio de las tierras raras. Nos referimos a los 17 elementos químicos que resultan indispensables para la producción de autos eléctricos, teléfonos inteligentes y aviones de combate, entre otras cosas, que le otorgan a China un enorme poder en el control de la cadena de suministros. De hecho, ya en 1992 Deng Xiaoping había señalado que “así como Medio Oriente tiene el petróleo, China tiene las tierras raras”. En 2010 el gigante asiático utilizó su dominio de las tierras raras contra Japón, lo que motivó un pronunciamiento por parte de la Organización Mundial del Comercio contra China en 2012.
Pero así como ha sido consciente de su potencial, China también lo ha sido de sus limitaciones en el terreno tecnológico, especialmente en el de los microchips, y de dependencias de las importaciones. Por eso en 2015 lanzó el programa Made In China 2025, con el objetivo de superar su atraso tecnológico, reducir su dependencia de las importaciones e incrementar su productividad laboral (ver la sección “La puja tecnológica” en “De donde viene y adónde va China”). El lanzamiento en 2013 de la Iniciativa de la Ruta y la Franja fue otra forma de sortear su dependencia comercial de Estados Unidos, diversificando su entramado comercial. Es por eso que, en septiembre de este año, el valor de las exportaciones chinas han crecido en un 8,3% interanual, a pesar de las restricciones norteamericanas y la caída del comercio con Estados Unidos.
En contraste con la previsión china, Estados Unidos recién ahora se ha volcado a superar su dependencia de las tierras raras producidas y refinadas por China. Trump ha planeado crear una reserva estratégica de minerales y establecer un precio mínimo para las tierras raras, agilizando los trámites de permisos y reduciendo drásticamente las normas medioambientales para acelerar la construcción de minas y plantas de procesamiento. De hecho la administración norteamericana ha tratado de adquirir minerales críticos por el orden de los mil millones de dólares, como parte de una campaña de acumulación de reservas, y el Estado yanqui se ha volcado a la adquisición de participaciones en empresas mineras, como MP Materials, Lithium Americas y Trilogy Metals (Financial Times 20/10).
Esta dinámica es lo que explica que muchos hayan señalado que China mantiene una ventaja respecto a Estados Unidos en la guerra comercial. El semanario inglés, The Economist, tituló su editorial del 23 de octubre: “Por qué China está ganando la guerra comercial”. Chris Miller -el autor de Chip War, un libro dedicado a mostrar el rol de los chips como la infraestructura crítica de la civilización moderna y a analizar la puja entre ambas potencias por el dominio de los semiconductores- señaló en un reciente artículo de opinión que China “sigue ganando” la guerra comercial (Financial Times 27/10). Como balance de la cumbre entre Trump y Xi, un artículo publicado en The New York Times (reproducido por La Nación 31/10) afirma que “Xi sale fortalecido de Busan, pero deja que Trump cante victoria”. Mientras, el Financial Times sostiene que “China emerge como un ‘rival a la par' de Estados Unidos”, mostrando un contraste entre la situación de China con Japón, Malasia y Corea del Sur. Es que en las reuniones que mantuvo Trump con los mandatarios de los países asiáticos, estos se vieron obligados a hacer concesiones, incluyendo acceso a sus mercados y la promesa de invertir cientos de miles de millones de dólares en Estados Unidos, a cambio de una modesta reducción de aranceles.
Sin embargo, también hay que incorporar al panorama general que Trump afirmó no haber hablado en la cumbre sobre Taiwán, algo que le preocupa especialmente a China ante el armamento sistemático de la isla gracias a la asistencia del imperialismo yanqui. A su vez, Trump afirmó no haber aceptado la venta de los avanzados chips de IA Blackwell de Nvidia a China, aunque indicó que sí abordó el acceso a otros chips de la compañía.
La preparación de la ofensiva
Sea como fuere, es claro que cada potencia apunta a superar, en el marco de la tregua, sus propios flancos débiles.
Tal es así que, una vez concluida la cumbre Trump-Xi, el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, señaló que China “cometió un grave error” al amenazar con suspender las exportaciones de tierras raras, ya que “alertó a todo el mundo de ese peligro”, y que Estados Unidos se protegerá de una eventual nueva crisis de suministro de tierras raras “en un plazo de 12 a 24 meses”. Hay que apuntar también que Trump, en la víspera de la cumbre de Busan, anunció el retorno de las pruebas de las armas nucleares, interrumpiendo más de tres décadas de moratoria nuclear. Lo hizo en respuesta al gobierno ruso, que lanzó recientemente el misil crucero Burevestnik y el torpedo nuclear Poseidón, pero también como una señal de poderío militar a Xi Jiping.
Por su parte, China seguirá intentando superar su retraso en materia de desarrollo de semiconductores. En la cuarta sesión plenaria del XX Comité Central del PCCh, que tuvo lugar el 23 de octubre pasado, se sentaron las bases del nuevo plan quinquenal de China. Allí, volvió a quedar clara su determinación de dominar la manufactura avanzada y lograr la autosuficiencia tecnológica y, entre otras cosas, “acelerar la construcción de capacidades de combate avanzadas y propulsar la modernización de la gobernanza militar” (Comunicado de la IV Sesión Plenaria del XX Comité Central del Partido Comunista de China). Hay que recordar, a su vez, el impactante desfile militar que protagonizó el Ejército chino en Tiananmen, en el marco del 80 aniversario de la victoria china contra Japón, a principios de septiembre.
El repliegue, como se ve, no inaugura un período de paz y estabilidad. Ambas potencias “retroceden” con el único objetivo de tomar impulso y lanzarse más decididamente a una confrontación decisiva.



