Qué noche mágica, ciudad de Buenos Aires

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El gobierno de Macri distinguió a la banda Tan Biónica como embajadores culturales. Un intento macrista por cooptar a la juventud, en medio de la disgregación kirchnerista y el ascenso de la izquierda.

Si hiciera falta describir con una palabra al rock nacional de la década ganada, la misma sería "cooptación".

Grandes festivales proselitistas impulsados entre el Estado y productoras, jugosos cachés para artistas oficiales, utilización de los espacios públicos para el desarrollo de grandes negocios, privatización de los espacios culturales, mercantilización del arte, etc., todo esto en un contexto donde el under porteño hoy es un sólo recuerdo del pasado, obligando a que cientos de bandas deban pagar por tocar o mucho peor, caer en el apetito voraz de los empresarios de la noche.

La estatización del rock no es fenómeno exclusivo de esta década, la misma proviene de la dictadura militar con la guerra de Malvinas y ha recorrido los diferentes gobiernos de turno hasta la fecha. La masacre de Cromañón y la digitalización de la música transformaron al show en vivo en el negocio por excelencia, hiriendo de muerte al viejo circuito under, incapaz de poder competir con las grandes productoras en un mercado cada vez más escueto.

El kirchnerismo, con su gran aparato de medios y propaganda, ha sido el que más se ha destacado, llegando a cooptar bandas y músicos consagrados popularmente por la juventud como el Indio Solari, León Gieco, Fito Páez, La Mancha de Rolando, El Otro Yo, entre otras. Lo mismo sucedió sobre La Renga -aquella que tocaba para los trabajadores de Zanón- y que se presentó el año pasado en el festival de los 30 años de democracia en medio del ascenso del represor César Milani y de las decenas de muertos en los saqueos. Se debe señalar, igualmente, la participación solidaria de su bajista Gabriel Teté Iglesias en el último festival por Mariano Ferreyra.

El macrismo, que cada día más intenta parecerse al kirchnerismo (y viceversa), también ha hecho su aporte en esta cruzada por conquistar a la juventud.

En los últimos días, el gobierno de Mauricio Macri, como ya lo hizo en ocasiones anteriores con Charly García y Virus, ha distinguido al grupo electro-pop "Tan Biónica" como embajadores culturales de la Ciudad de Buenos Aires". También le darían la misma distinción a la ídola teen Martina Stoessel de la serie de Disney "Violetta", aunque aún no es oficial.

La elección de Tan Biónica no es caprichosa: Chano Moreno Charpentier, cantante de la banda, además de ser un simpatizante de la gestión macrista, es un convencido promotor de la privatización y mercantilización del arte. En una entrevista, la banda fue tajante: "Preferimos el éxito antes que seguir en el under peleándola" (diario Los Andes, 8/12/13).

Este culto por el éxito se enmarca en una fluida relación de la banda con el establishment musical local. En este contexto, Chano llegó a decir en abril de 2011, a través de su Twitter, que "quien sigue a @tanbiónica representa una generación que se manifiesta con la palabra, la inteligencia y el pensamiento sin encender bengalas", intentando así desligar la responsabilidad del Estado y los empresarios en la masacre de Cromañón.

Estas distinciones, además de premiar el éxito empresarial, expresan un intento desesperado del macrismo por construir una estética propia sobre la juventud frente al vacío político dejado por la disgregación del kirchnerismo y el gran avance de la izquierda. A su vez, tiene un signo de proselitismo político ya que la premiación de Tan Bionica (una banda cuyo público es mayoritariamente adolescente) se enmarca en la búsqueda del voto joven, a partir de la sanción de dicha ley en 2012.

Así como el kirchnerismo hizo su intento utilizando los iconos de la cultura popular y progresista, el macrismo emula esta iniciativa explotando un perfil "cool" y exitista de la juventud en una ciudad que ha sido testigo de estudiantazos y rebeliones de la juventud contra el ajuste que ambos gobiernos sostienen.

Frente a esta falsa polarización entre "progres y chetos", además de la organización de los artistas y los jóvenes por sus reivindicaciones, tomamos la posta de aquel planteo de André Breton y León Trotsky en su manifiesto de 1938: "La independencia del arte para la revolución; la revolución para la liberación definitiva del arte".

Agustín Carucha