Brecht, asesinado por el stalinismo

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El diario berlinés Tagesspiegel (14/8) sugiere que Bertolt Brecht, el gran dramaturgo comunista, probablemente haya sido asesinado por la Stasi, el servicio secreto de la ex Alemania Oriental.
Unos días después de la muerte de Brecht, Erik Mielke, el hombre que estaba por asumir la jefatura de la temible policía política y permaneció en el cargo hasta la caída del Muro, en un discurso ante sus hombres, se burlaba largamente de los disidentes y de quienes protestaban contra las torturas. Mielke dice que Brecht “quería hacer una denuncia contra un dirigente de la Stasi”. El policía, después de una pausa elocuente, agrega: “Y después, Brecht se murió de un infarto”.
Tagesspiegel publicó la desgrabación completa del discurso, encontrado en los archivos de los servicios secretos.
La hipótesis es que Brecht, que tenía una enfermedad cardíaca, recibió deliberadamente un tratamiento mortífero. El diario arriesga que Brecht sospechaba de sus médicos y que el día de su muerte (14/8/56) tenía previsto consultar a un cardiólogo occidental, en Munich.
Efectivamente, dos escritores muy próximos a Brecht habían sido detenidos acusados de contrarrevolucionarios. La policía política había llevado a la cárcel a muchos intelectuales disidentes, críticos del “socialismo de cuartel”. Pero la popularidad de Brecht, amado por el pueblo alemán, lo volvía intocable.
La libérrima obra de Brecht era incompatible con el despotismo stalinista. En “Galileo Galilei” o en “La increíble ascensión de Arturo Ui” 1 , su ironía demuele al régimen burocrático y al Estado policial.
Brecht no sólo denuncia la represión a los intelectuales, también advierte a las masas sobre la traición de la burocracia, como en su poema “La Solución”:
“Tras el alzamiento del 17 de junio
el secretario de la Unión de Escritores
mandó repartir panfletos en la avenida Stalin
en los que se leía que el pueblo
había perdido la confianza del gobierno
y que sólo redoblando el trabajo
podría reconquistarla.
¿Pero no sería
más simple que el gobierno
disolviera al pueblo
y que eligiera otro?”.
Es creíble, entonces, que la Stasi haya decidido sacarlo de combate con los métodos que la caracterizaban. Años antes, el hijo de Trotsky había sido asesinado por la KGB en el quirófano de una clínica parisina.
Como amantes de la carroña hay en todas partes, el gobierno derechista de Angela Merkel ha aprovechado la denuncia para hacer macartismo barato e intentar rescatar un Brecht descafeinado y arrepentido de su prédica anticapitalista. Inútil. La obra de Brecht se defiende por sí misma, no hay modo de que hacerla entrar en el corsé de un sistema que lo tuvo siempre como su implacable enemigo.
Durante varias décadas, los stalinistas criollos se apropiaron de la obra de Brecht en un intento de seducir a los intelectuales y artistas ‘progresistas’, ocultando el carácter contrarrevolucionario de los partidos obedientes a la burocracia de Moscú. La impostura ha quedado definitivamente desenmascarada.
“La Canción de la rueda hidráulica
Tuvimos muchos señores, tuvimos hienas y tigres, tuvimos águilas y cerdos.
Y a todos los alimentamos.
Mejores o peores, era lo mismo:
la bota que nos pisa es siempre una bota.
Ya comprendéis lo que quiero decir: no cambiar de señores, sino no tener ninguno.
Sigue la rueda girando.
Lo que hoy está arriba no seguirá siempre arriba.
Mas para el agua de abajo, ay, esto sólo significa
que hay que seguir la rueda empujando.”