Políticas

26/2/1992|351

Aportes jubilatorios: El robo del siglo

El robo de las contribuciones y aportes jubilatorios —pronosticado hace dos meses por Prensa Obrera — fue confirmado por Cavallo en la conferencia que convocó de urgencia para precisar” el anuncio que horas antes había hecho su segundón Walter Schulthess. Cavallo fue muy claro en que los trabajadores menores de 45 años pasarán compulsivamente a un régimen jubilatorio privado con derecho a una jubila­ción oficial asistencial (125 pesos), pero sin que se transfieran a las futuras cuentas privadas las contribuciones y aportes efec­tuados hasta ese momento al actual régi­men público. De este modo, un trabajador de 45 años se jubilará con un haber total equivalente al 30% de su salario, precisa­mente porque no le reconocerán los aportes y contribuciones de sus 27 años anteriores. El Cronista (miércoles 26) calculó que “un trabajador de 45 años que gana 500 pesos mensuales, a los 65 años, se jubi­laría con un haber público de 125 pesos y un haber privado de $ 77.=, lo que hace un total de $ 202. Quienes perciben un sueldo de $ 1.000 se jubilarán con un haber público de 125 pesos y otros priva­do de $ 155, un total de $ 280”. Las jubila­ciones como se ve oscilarían entre el 28 y 40% del salario, una cifra inferior al misera­ble actual haber medio que está en el 40% del sueldo medio.

¿Y los mayores de 45 años? Seguirán en el régimen actual pero derogándose la garantía de un haber equivalente al 75/82% móvil, desconociéndose las contribuciones y aportes patronales hechos en su nombre. La anulación del 82% fue confirmado por Jorge Matzkin, titular de la bancada de dipu­tados justicialistas, el domingo pasado en Clarín. Entonces los mayores de 45 años recibirán, cuando se jubilen, un haber asistencial como el que hoy perciben los jubila­dos, a quienes en los hechos no les recono­cen el 82% móvil.

¿Y los jubilados? Seguirán cobrando el haber mínimo, de 150 pesos, por la sencilla razón de que el dúo Cavallo-Schulthess sostiene que las jubilaciones dependerán de la marcha de la recaudación previsional. Pero sucede que los que proponen robarse los aportes también impulsan la caída de la recaudación previsional porque el aporte del 10% de los trabajadores menores de 45 años dejará de ir a las Cajas oficiales para engrosar las arcas de las compañías de seguro. “De este modo —dice El Cronista (26/2) — el actual régimen previsional público dejará de percibir esos 4.500 mi­llones de dólar (anuales)”.

Un robo descarado

El desconocimiento de las contribuciones y aportes jubilatorios es un robo descarado, Schulthess justificó su propuesta delictiva con el argumento de que el dinero se había evaporado en el “agujero negro del siste­ma previsional y que el Estado, además, carecía de registros de la deuda. Sin embar­go, rapidito, Schulthess estimó lo que se pretende desconocer en 65.000 millones de dólares, algo que resulta imposible de cal­cular si se carece de registros.

La ausencia de registros oficiales carece, sin embargo, de importancia. Tampoco hay registros de la deuda externa por lo que asistimos ahora al bochornoso espectáculo de que el Banco Central le demandará un año verificar los títulos y bonos presentados por Iberia por la compra o el regalo de Ae­rolíneas. Los trabajadores y las empre­sas tienen recibos de sueldos, certifica­dos de trabajo para reconstruir el “archi­vo perdido” de Schulthess. Surgirá de esos comprobantes que la deuda supera holgadamente los 150.000 millones de dólares.

En relación a los fondos que se evapora­ron, habría que formar una comisión inves­tigadora independiente que determine cómo y quienes fueron sus beneficiarios y rematarles sus bienes y confiscarles sus propiedades y activos. Tampoco los fondos que originaron la deuda externa están en las arcas del Estado y, sin embargo, se armó una verdadera sangría popular para cumplir con una deuda fraudulenta y usuraria. En el caso de los aportes y contribuciones jubilatorias habría que registrar los fondos apor­tados, debidamente capitalizados, como un reconocimiento de deuda a efectivizarse al momento del retiro.

El proyecto delictivo oficial lógicamente es ilegal porque significa una estafa. Consciente de esto, Schulthess sostuvo que no lo era (“no es una estafa”, Clarín 21/2), porque “la ley de jubilaciones no recono­ce obligaciones hasta el momento de la jubilación”, según la particular visión del apologético del robo. Pero el experto previ­sional está equivocado. Los aportes y con­tribuciones son propiedad privada de los trabajadores, además de tener un "bene­ficio adquirido" (el 82% móvil), pues en eso consiste precisamente el derecho previ­sional. Los trabajadores, desde que ingre­saron al primer empleo, fueron obligados a contribuir al sistema previsional, sobre la base de que recibirían al momento de jubi­larse el 82%. Un abogado especialista pre­visional escribió en La Nación que si se aprobara el proyecto “se estarla ejercien­do de una manera discrecional e ilegítima un acto que excede las facultades de la administración y que constituye un avasallamiento de claros derechos constitucionales de los afiliados, ello aun cuando se dictara una ley, ya que ésta serla manifiestamente inconstitu­cional” (21/2). En síntesis, los autores del proyecto y los que lo voten deberían ir en “cana”.

Cinismo

Cavado, en la conferencia de prensa, sostuvo que se reconocerá la antigüedad de los años aportados, lo cual no quiere decir absolutamente nada, porque lo único que interesa para determinar el monto de la jubilación es la cantidad de dinero acumula­do por cada trabajador por sus contribucio­nes y aportes. La antigüedad es un elemen­to, el otro es tener la edad para el retiro, para acogerse a la jubilación (30 años de traba­jo), pero el haber no está en función de la antigüedad sino de los aportes (dinero) acumulados. Con toda la intencionalidad, propia de los que pretenden consumar un delito, Cavallo anunció el reconocimiento de los años aportados, lo cual es una confesión de que pretende desconocer los aportes hechos durante esos años.

El PARTIDO OBRERO propone a los trabajadores y jubilados organizar un único movimiento contra esta reforma estafadora sobre la base del programa que enuncia­mos en la portada de esta edición.