Políticas

24/6/2022

ROSARIO

Bullrich utiliza al narcotráfico para pujar por un reforzamiento represivo

Llamó a "integrar a la democracia" a las Fuerzas Armadas.

La candidata presentó su “Plan Alberdi” de seguridad nacional.

La presidenta del PRO, Patricia Bullrich, recorrió la ciudad de Rosario en el marco de su recién lanzada candidatura presidencial. Una vez más volvió a insistir con que en la metrópolis santafesina hay un Estado narco, por lo que si “se lo quiere desplazar” va a haber que “entrar de manera más fuerte”. Estas palabras no son novedosas, sino que ya las sostuvo previamente el día mismo de su lanzamiento como candidata. Pero ahora agregó que “hay que integrar a las Fuerzas Armadas a la democracia”.

“Seguimos poniendo a las Fuerzas Armadas como en la década del ’70. Basta. Vamos a mirar para adelante y a integrar a las Fuerzas Armadas a la democracia” fueron las palabras precisas que Bullrich brindó a la prensa. En su visita a la ciudad rosarina no solo recorrió algunos barrios empobrecidos y azotados por el narcotráfico, como el barrio Godoy. También disertó en la Fundación Libertad, donde redobló su intención de militarizar el país: “no podemos dar un milímetro de territorio a nadie, ni al narcotráfico en Rosario, ni a la RAM en el sur”. Así fue que presentó su “Plan Alberdi” de seguridad nacional.

Esta fundación en la que Bullrich pronunció estas palabras es la que financiaba (quizás hasta al día de hoy) a José Luis Espert, el diputado bonaerense de Avanza Libertad. El mismo que en los últimos días dijo en la misma línea que a los “pseudo mapuches” hay que “meterles bala”. Esta fundación tiene por “socios” a distintos de los principales grupos capitalistas del país de los que, lógicamente, toman representación con esta agenda. Las palabras de Bullrich no son casuales, sino que atienden a una clase social que pide mano dura, fundamentalmente para reprimir a los luchadores y el activismo.

A su vez, la candidata “rescató” al intendente Pablo Javkin en un intento de acercarlo políticamente, alegando que el gobierno nacional y el provincial “lo dejaron solo” en la lucha contra el narcotráfico. Cabe la palabra “rescatar”, ya que en las últimas horas se confirmó que el incendio a la Secretaría de Desarrollo Social de Rosario fue intencional, y arroja sospechas sobre un intento de pulverizar pruebas y datos incriminatorios sobre la entrega de cajas del plan Alimentar a integrantes de Los Monos, probablemente la principal banda narco de la ciudad.

En efecto hay un “Estado narco”, aunque no solo en Rosario, y no es porque los gobiernos, funcionarios o el poder judicial les “tengan miedo”. Todo lo contrario. El narcotráfico opera desde las entrañas del poder estatal, pasando por todos sus poderes y estratos. Que Bullrich haya recorrido el barrio Godoy, jaqueado por la operatoria de las bandas narco, viene muy a cuento. En octubre del año pasado cayeron en Godoy 16 integrantes de una célula narco vinculada a Los Monos, y se comprobó que ¡12 de ellos! habían incurrido en ilícitos desde adentro de la cárcel, demostrando la complicidad evidente del Sistema Penitenciario. Para peor aún, una de las arrestadas es hija de una funcionaria del Ministerio de Seguridad de Santa Fe, y fue la sexta precandidata a concejal en la lista del kirchnerista Cristian Fdel.

Esta es una constante que se ve con mayor fuerza en Rosario, donde todo el poder político, la Justicia y las fuerzas represivas aparecen ligadas al narcotráfico. No solo el andamiaje del Estado, sino también sectores capitalistas como los bancos o los puertos privados de un comercio exterior absolutamente privatizado que le abren paso a las lanchas narco. Pero es una realidad que sacude a todo el país, que tuvo su correlato en casos como la masacre de Puerta 8 en la provincia de Buenos Aires, que revelaron cómo los búnkeres de venta de droga operan a plena luz del día a la vista de todos, y que los gobiernos, la policía o los jueces y fiscales interceden solo cuando estalla el escándalo.

Lo que Bullrich viene a proponer es una profundización represiva en un cuadro de enorme ofensiva contra los trabajadores, que están demostrando tener reserva de lucha para defender décadas de conquistas y derechos alcanzados. Su pretendida preocupación por el narcotráfico es el caballo de Troya para avanzar hacia una militarización creciente de las barriadas populares y las calles, a fin de responder con palos a los reclamos populares que inevitablemente irán creciendo ante la agudización de la crisis y estos ataques que los capitalistas y sus partidos conjuran contra quienes luchen contra el hambre, por trabajo genuino, por el salario y en defensa de sus condiciones de vida.