El ministro de economía, Luis Caputo, visitó Tucumán para dar una conferencia organizada por la fundación “Federalismo y libertad”, una cueva de empresarios y operadores del sistema. Durante su exposición, Caputo desplegó un discurso plagado de frases optimistas, comparaciones ridículas, falsedades y contradicciones. Un relato que bien podría pasar por literatura fantástica, si no fuera por la consecuencia brutal de su politica económica en la vida de los argentinos.

Un ajuste con coraje para hundir al pueblo

Desde el comienzo y como todos, Caputo intentó diferenciarse del pasado: “Esta vez es distinto”, repitió como un mantra. Según él, ahora el ajuste lo hace el sector público y no el privado. Una mentira importante, básicamente porque plantea que antes no existió ajuste del sector público y segundo porque intenta tapar décadas de un saqueo sistemático ejecutado por todos los gobiernos capitalistas, sin excepción, a las mayorías trabajadoras.

Según Caputo, el macrismo fue “tibio” por no atacar de raíz el déficit fiscal. En cambio, Milei sí sería “valiente”. ¿Coraje para qué? ¿Para hambrear y reprimir a los jubilados como lo hacen cada miércoles en el Congreso? ¿Para desfinanciar la salud y hospitales públicos como el Garrahan? ¿Para cerrar las universidades? ¿Para dejar al narcotráfico y a los grandes evasores operar con impunidad? Ese es el “coraje” que defienden: el de atacar a los de abajo para garantizarle beneficios a los de arriba.

Miente, miente que algo quedará

Caputo insistió en remarcar que “no se emiten más pesos desde hace un año” y con esta excusa no homologan paritarias por encima del 1%, pero si no se emite y se ajusta el salario ¿por qué la inflación argentina sigue siendo de las más altas del mundo, incluso con un índice totalmente desactualizado? Caputo resalta que el plan económico es un éxito, pero las reservas del Banco Central están en rojo por casi 10 mil millones de dólares, aumentó la deuda, la industria se desploma, el comercio agoniza y la construcción desaparece. Pero sí es un éxito para los banqueros que la siguen levantando en pala; no paran de ganar gobierne quien gobierne: ya sean “libertarios” o “nacionales y populares”. Es evidente que continuar sometidos a los mandatos del FMI en favor del capital financiero internacional y anular cualquier posibilidad de progreso nacional es criminal. También mintió cuando dijo que, tras salir del “cepo chiquito”, el dólar bajó. Hoy el billete cerró en $1.200, 10% más caro que en abril.

Pero lo más relevante vino al final cuando se refirió al “dólar colchón”: un blanqueo encubierto para narcotraficantes, evasores y delincuentes de guante blanco, con tal de sostener la mentira del “éxito” al menos hasta octubre. Momento que el gobierno apunta para hacerse más fuerte y avanzar con la reforma laboral, previsional e impositiva. Pero el “dólar colchón” no tiene nada que ver con la realidad del pueblo tucumano. Quienes trabajan en el limón, el azúcar, los textiles, el comercio, la construcción, la salud o la educación, viven con salarios de miseria y en condiciones de precarización absoluta.

El ajuste no avanza solo: el rol del peronismo y la burocracia

El gobierno de Milei no podría aplicar este ajuste sin la complicidad activa del peronismo y de las conducciones sindicales que dirigen. El gobernador Osvaldo Jaldo demostró ser un alumno ejemplar del ajuste y el exgobernador Juan Manzur un prófugo político. Mientras tanto, en la provincia se multiplican los despidos como en Topper, en Ingenio Bella Vista y en las citrícolas; la pobreza crece en las barriadas de la capital y el interior. El peronismo demuestra una vez más su abandono total de cualquier acción progresiva en defensa de las mayorias trabajadoras. Se sientan a negociar para sus propios intereses, desmovilizando al pueblo para sostener a Milei hasta 2027. Es urgente organizar la resistencia en cada lugar de trabajo y estudio y en las barriadas para avanzar en la perspectiva de la huelga general que nos permita derrotar a Milei y todos sus cómplices.