Cristina Fernández de Kirchner reapareció en la escena política para bancar al gobierno derechista de Javier Milei. “No hay que apurarse en atacar al presidente”, dijo la exvicepresidenta, y pidió esperar a que “impacte el ajuste”. Es un mensaje para regimentar a la clase trabajadora y alejarla de la lucha callejera. Esto no es otra cosa más que la manifestación de que el peronismo, por más que pose de opositor, está de acuerdo con avanzar en una ofensiva en regla contra los trabajadores en beneficio de la clase capitalista.

La última vez que se la vio a CFK fue en la ceremonia de investidura presidencial de Milei. Desde entonces se ha mantenido en las sombras, evitando referirse al plan de guerra antiobrero que está llevando adelante el gobierno nacional. Ahora se quedará en El Calafate junto a su hijo Máximo, quien sostiene la misma posición contemporizadora.

De este modo, CFK conspira contra el paro del 24 y contra toda medida de acción de los trabajadores en defensa de sus intereses. Milei habría fabricado casi 3 millones de pobres nuevos en pocas semanas de gobierno, y pretende, entre otras cosas, retrotraer las condiciones de trabajo a las que predominaban en el siglo XIX. ¿Por qué el movimiento obrero no tendría que salir ya mismo a las calles para evitar que más familias trabajadoras queden sumidas en la pobreza? ¿Por qué habría que esperar a que “impacte el ajuste” si es evidente que ya está causando estragos? La posición de Cristina es reaccionaria y funcional al gobierno.

El peronismo todo está desenvolviendo una política de adaptación a Milei y la pandilla libertaria. Sergio Massa y Juan Grabois se han expresado en el mismo sentido que CFK; el primero directamente rechazó el paro activo convocado por la CGT para el 24 de enero y el segundo sostuvo que al presidente “hay que darle un mínimo de 100 días antes de salir a la calle”.

Los gobernadores del PJ han ido más lejos y están pasando la motosierra sobre los ingresos de los trabajadores y las cuentas públicas en sus provincias. El kirchnerista Axel Kicillof ha prorrogado el Presupuesto 2023 en Buenos Aires y amenaza con emitir patacones para pagar los salarios y las jubilaciones. Ricardo Quintela, el gobernador de La Rioja, también quiere emitir su propia moneda.

Las declaraciones de CFK y la orientación política de los gobernadores pejotistas reflejan las presiones que la burguesía ejerce al interior de los partidos que le responden. El peronismo está de acuerdo con el espíritu general del plan Milei (DNU, Ley Ómnibus, Rodrigazo). No por nada su candidato presidencial agitó la reforma laboral y también el súperajuste fiscal al servicio del FMI en la campaña electoral.

Los trabajadores tenemos el desafío de garantizar el paro con movilización del 24 y darle masividad. Solo en las calles podemos tirar abajo el plan antiobrero de Milei y evitar que la bancarrota capitalista se descargue sobre nuestras espaldas.

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