Políticas

21/9/2023

CABA

El prontuario de Eduardo Jorge Martino: el candidato a vicejefe de gobierno de Ramiro Marra

Ni la seguridad, ni la libertad, "avanzan" con la policía de la dictadura.

Martino propone "mano dura", pero su legajo es más bien un prontuario.

Eduardo Jorge Martino, el candidato a vicejefe de gobierno porteño de Ramiro Marra, propone una política de “mano dura”, pero su legajo es más bien un prontuario.

Martino comenzó como cadete en la Policía Federal en 1974, cuando fue asignado al Departamento Central de Policía. Ahí operaba la plana mayor de la Triple A, bajo el mando del comisario Villar que operaba junto al nefasto Ministerio de Bienestar Social de López Rega. Trabajó durante toda la dictadura en ese edificio, a 100 metros de la terrible Coordinación Federal de la policía en la calle Moreno 1474 donde desde 1975 operaba el “Grupo de Tareas 2” (GT2) bajo el comando del Batallón 601 de Inteligencia. En el 4° y 5° piso de ese edificio funcionó un centro clandestino de detención -no tan clandestino, porque los detenidos, más de 800, ingresaban a “cielo abierto” desde el estacionamiento a plena vista de todo el mundo. Martino, como su mentor el “Fino” Palacios, dijeron desconocer el accionar de los grupos de tareas que operaban en los establecimientos donde trabajaban. Al frente de estos grupos operativos estaba Carlos Gallone, condenado por la “masacre de Fátima” y uno de los 37 altos directivos de la Policía Metropolitana vinculados a los crímenes de la dictadura militar.

Martino continuó en la Policía Federal hasta que en 2004 fue pasado a disponibilidad como parte de la purga que hizo Néstor Kirchner cuando una escucha telefónica reveló el diálogo de los capos de la Federal, “Fino”Palacios y el comisario Carlos Gallone, con un desarmador de autos vinculado a la banda que secuestró y asesinó a Axel Blumberg. Los comisarios pedían una camioneta para que use Palacios cuando quiera ir a pescar, a cambio de encubrirlos. Detrás de la “industria” del secuestro estaba la “maldita policía” heredada de la dictadura. Frente a este escándalo Kirchner pasó a disponibilidad a 107 comisarios de la Policía Federal que tenían causas o sumarios por corrupción. Ahí se acaba el legajo de Martino en la Federal.

Cuando se forma la Metropolitana, el antecedente de la Policía de la Ciudad, el listado de sus futuros dirigentes fue digitado de punta a punta por “Fino” Palacios, quien también estuvo ligado al encubrimiento del atentado a la Amia: dilató un allanamiento de un empresario ligado a la familia Menem (Kanoore Edul), y fue procesado también por la desaparición de 66 casetes de escuchas telefónicas de la investigación. Murió antes de ser condenado.

Además, el 20 diciembre del 2001 dirigió el operativo represivo en el microcentro porteño, organizando todo para “disfrutar” del estado de sitio. Envió 1.500 policías y “en vez de establecer un comando táctico unificado –con monitoreo televisivo de cada ángulo del teatro de las operaciones y diálogo permanente con los jefes de calle–, este sujeto prefirió desplegar la tropa sin comunicación entre sí y con el gatillo libre para actuar. Como si estuvieran en la batalla de Stalingrado” (Télam, 17/12/2021). Increpado por Servini de Cubría en las escalinatas ante la televisión para que modere la represión, este le respondió: “estamos en estado de sitio, acá no hay restricciones”. Al menos cinco muertos fueron producto de las balas de la Federal ese día.

Con este prontuario, Macri llevó al ya fallecido “Fino” Palacios como jefe de Seguridad de Boca Juniors en su primera presidencia. A él le encargó el organigrama de lo que fue la Policía Metropolitana, antecedente de la Policía de la Ciudad.

Eduardo Jorge Martino fue postulado desde las sombras por “Fino” Palacios como Superintendente de la Policía Metropolitana en 2009, a pesar de no tener “relación personal” con este según el propio Martino. Pero en 2010 el escándalo de las escuchas ilegales ordenadas por Mauricio Macri sobre los dirigentes de Memoria Activa, Apemia, Ademys y hasta un cuñado “manosanta” de Macri lo llevaron primero a la interpelación en la Legislatura y luego a que sea separado del cargo junto a “Fino” Palacios y la mitad de la cúpula de la Metropolitana.

En ese momento el espía Ciro James había sido contratado por el Ministerio de Educación para espiar a los familiares de las víctimas de la Amia y a los sindicatos docentes de Capital. Martino había comprado en forma secreta equipamientos para inteligencia, violentando la Constitución de la Ciudad. El propio Pérez Esquivel lo denunció por no entregar la información sobre dónde estaban las cámaras de seguridad implantadas por la Metropolitana, a pesar del reclamo de la Defensoría del Pueblo, la Auditoría de la Ciudad y un pedido de informes de la Legislatura.

Eduardo Jorge Martino comienza esta campaña electoral mintiendo: dice que él se interesó por la política hace un año cuando se afilió a La Libertad Avanza. Se ve que el tema de la “memoria” no es el fuerte en ese espacio. Martino fue funcionario del Ministerio de Modernización conducido por el macrista Andrés Ibarra, fue Director de Ciberseguridad desde el 4 de mayo del 2016 hasta el estallido de la “gorraleaks” cuando hackearon las cuentas de la entonces ministra y hoy candidata Patricia Bullrich para acceder a las bases de datos de la Policía Federal (publicando muchísima información delicada como agentes encubiertos, allanamientos, denuncias al 911, etc.).

Luego del pase en disponibilidad con la purga del 2004, Martino fue socio y directivo de una empresa de seguridad, Alesa. Al ingresar a la Metropolitana, dejó a su familia directa al frente de la misma. La mayoría de las empresas de seguridad son regenteadas por personal purgado de las fuerzas, generalmente vinculados a la dictadura -alguna incluso se llama “Falcon”. Ahora Martino, candidateado como vicejefe de gobierno, propone “mano dura”, plantea para la ciudad una especie de “the Truman show” con cámaras 100% integrando las de la seguridad privada de las empresas… como la que posee su familia. No da puntada sin hilo.

En resumen, Martino es parte de la “maldita policía” formada en la Triple A y la dictadura, exonerada por delitos durante la democracia y la dictadura. El reforzamiento de estos aparatos son un factor de inseguridad ciudadana. Todas las superbandas delictivas de los últimos 40 años de democracia estaban protegidas y regenteadas por la continuidad de este aparato, o incluso directamente integrada por ellos. El planteo de “mano dura” que enarbolan los actuales “libertarios” ya fracasó con Macri. El sujeto de esa mano dura es la principal fuente de inseguridad ciudadana. Ahora Marra, en sus bravuconadas represivas, incapaz de constituir su fascista “brigada antipiquetes”, se refugia detrás de un genuino representante de una verdadera casta criminal: la maldita policía.

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