Políticas
29/5/2025
Hasta Danone toma nota del déficit nutricional de la niñez en Argentina
Un informe de la multinacional revela graves problemas alimenticios por caída del consumo, aunque para autoabsolverse.

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Desnutrición infantil en Argentina.
Un equipo de profesionales convocado por la multinacional Danone (empresa que fabrica fundamentalmente productos lácteos) alertó sobre el bajo consumo de lácteos, carnes y legumbres en Argentina, asociándolo al auge de dietas vegetarianas, veganas o sin gluten que –según ellos– los padres le "imponen" a sus hijos. Ocultan que detrás de la caída en la ingesta de nutrientes esenciales está la pérdida de poder adquisitivo de las familias trabajadores, cuando más de la mitad de la niñez en Argentina vive bajo la línea de pobreza.
Danone reconoce que existen problemas de malnutrición infantil y una dieta basada en harinas refinadas, galletitas, bebidas azucaradas y postres industriales, con escaso consumo de carnes, frutas, verduras y legumbres. Las cifras son alarmantes. Según el relevamiento de Profeni y la Encuesta Alimentaria Nutricional de CABA, el 70% de los niños no consume el calcio necesario y el 95% no llega a cubrir la ingesta mínima de vitamina D. Pero la principal carencia no es el calcio, sino el hierro: la anemia ferropénica afecta hasta al 60% de las infancias en algunas regiones del país, con consecuencias directas sobre su desarrollo físico y cognitivo. Esto se agrava con el desplome del consumo de carne vacuna, que en 2024 alcanzó su nivel más bajo en casi tres décadas producto de la caída estrepitosa del poder adquisitivo, lo que al mismo tiempo impide suplir los nutrientes con otros alimentos.
Esto tiene como telón de fondo, por un lado el ajuste brutal sobre los ingresos populares que impide acceder a una alimentación de calidad, considerando que las harinas son mucho más baratas, por ejemplo, que un pedazo de carne o que un paquete de galletitas probablemente rinde mucho más que una manzana.
Pero a esto se suma el hecho de que los padres tienen que trabajar cada vez más solamente para sostener el nivel de vida, por lo que el tiempo para elaborar una comida es significativamente menor y los productos industriales "resuelven" una comida muchas veces con la apertura de un paquete. Esto significa que la sobreexplotación a la que se ven sometidos los laburantes también afecta la calidad de la alimentación de los niños.
El informe también señala que la alimentación infantil no médica sin gluten no es una tendencia significativa, y que incluso puede cubrirse sin mayores problemas si se consumen otros cereales. Pero lo que Danone esconde es que en realidad lo que sí manifiesta una tendencia es el crecimiento de población celíaca. Esto muchos profesionales se lo atribuye al abaratamiento del costo de producción de los alimentos por parte de las patronales agrarias, lo que tiene como correlato alimentos de menor calidad y llenos de compuestos tóxicos para el organismo. En la práctica, los alimentos sin TACC duplican su costo y son inaccesibles para muchas familias con hijos celíacos. Lo mismo ocurre con los niños con intolerancia a la lactosa, cuyas fuentes alternativas de calcio –como almendras o bebidas vegetales fortificadas– tienen precios prohibitivos.
Mientras tanto, las estadísticas de Unicef y la FIC revelan que más del 35% de las calorías que consumen niños y adolescentes provienen de productos ultraprocesados y azucarados. No es una elección: es lo que permite comprar la AUH, las changas y los sueldos pulverizados por la inflación.
La desnutrición infantil es una consecuencia directa del hambre generalizado que deja el plan motosierra de Milei y el Fondo Monetario. Que una empresa como Danone intente convertir esta catástrofe social en una oportunidad de marketing, responsabilizando a las familias por lo que es absoluta responsabilidad del Estado, es una muestra más del cinismo capitalista. Mientras los pulpos alimentarios como Danone hacen lobby para defender su rentabilidad, cae estrepitosamente la calidad de la alimentación de las infancias.
Mientras los pibes no comen, las patronales agrarias gozan de exenciones impositivas, retenciones casi nulas, dólar preferencial y subsidios, concentrando riquezas a costa del empobrecimiento de las mayorías. De hecho, en el caso de la leche, el consumo interno se desplomó 9,1% el año pasado al compás de la licuadora de salarios y jubilaciones, mientras que las exportaciones crecieron 7%.
Para conquistar una alimentación digna, variada y accesible para todas las infancias es un plan de lucha unificado contra el hambre y el ajuste, y por salarios dignos. Esto es fundamental en un contexto donde los jubilados luchan por la recomposición de los haberes previsionales y donde se están librando luchas salariales importantes para quebrar el techo paritario impuesto por el gobierno.

