Políticas

30/4/2025

Elecciones CABA

Inseguridad: ¿lavarle la cara a la Policía de la Ciudad o apuntar contra los grandes delincuentes?

Un contraste entre los planteos de Vanina Biasi del Frente de Izquierda y el spot de Leandro Santoro.

"Solo el FIT-U ataca las causas de la inseguridad y enfrenta al Estado".

Una de las preocupaciones más presentes en esta campaña electoral de CABA es el tema de inseguridad, que la población sufre sistemáticamente. Ante el fracaso categórico del macrismo en esta materia y la complicidad policial con el delito, las propuestas de las fuerzas políticas que se presentan como una alternativa diferente no pasan de una demagogia de patas cortas, sin atacar el fondo del problema y los grandes intereses que hay detrás del delito organizado. Es lo que queda en evidencia al contrastar los planteos del peronismo y del Frente de Izquierda.

"No hay un solo delito que suceda en la Ciudad de Buenos Aires que la policía no conozca", denuncia Vanina Biasi. La candidata a legisladora por el Frente de Izquierda señaló en una entrevista con Prensa Obrera que para combatir la inseguridad hay que tener "las agallas para enfrentarse a los poderes del Estado, que son los que garantizan el nivel de delincuencia en la ciudad de Buenos Aires. La policía tiene más de 26 mil efectivos; en relación a la población es una de las más grandes de todas las ciudades de América Latina. Solamente en el último año la Policía de la Ciudad ha protagonizado 17 fugas de detenidos en comisarías y alcaldías; y cuando hay una fuga, hay una coima".

Este enfoque es opuesto al que hace Leandro Santoro. El candidato de la lista peronista Es Ahora Buenos Aires lanzó un spot en redes sociales donde dice que "el principal problema de la policía es que no tiene conducción. Cuando no controlás a la policía pasa lo que pasó con el marido de Jésica Cirio: siete policías de la Ciudad involucrados en un operativo plantando drogas y armas; o el caso del comisario de Mataderos donde el tipo disfrazaba delincuentes para apretar a frigoríficos y empresas para sacarles mercadería; y por favor no nos olvidemos de Lucas González, el caso del futbolista de Barracas Central que fue asesinado por una brigada de la Comuna 4 y le plantaron un arma para encubrir el crimen".

O sea que para Santoro el problema es la falta de "conducción" y de "control" de la policía. Por eso su solución es "construir mesas de seguridad por Comuna donde esté la policía, la fiscalía, los comuneros y los vecinos, para que haya controles cruzados, para aumentar la prevención y para hacer investigación criminal". Es decir que no haría falta remover a las cúpulas policiales que se benefician de la connivencia con el delito. Alcanzaría con sentarlas en alguna instancia con representantes del mismo Poder Judicial que es cómplice y encubre esa connivencia (y que actúa a las órdenes del gobierno, como vemos en las causas contra luchadores), y con comuneros de las mismas fuerzas políticas que colaboran en la Legislatura con la política represiva del PRO que empodera a la policía, como ocurrió con la grave ley de reiterancia para encarcelar manifestantes. Así, los "vecinos" estarían de garpe. En conclusión, Santoro no tiene las agallas para enfrentar a quienes hay que enfrentar.

El candidato del peronismo intenta esconder que la propia fuerza de seguridad está putrefacta desde sus cúpulas, beneficiadas con años de políticas de reforzamiento represivo al servicio de reprimir al pueblo. En este sentido vale destacar que lo mismo pasa en la provincia de Buenos Aires gobernada por Kicillof, donde la policía bonaerense es famosa por viabilizar el negocio del narcotráfico en las villas, como se vio en el barrio Las Antenas o antes en la masacre de Monte; por mandar a pibes pobres a robar para ellos, como salió a la luz con la desaparición forzada y muerte de Luciano Arruga; por estar enredada en la trata de personas, como el caso de Johana Ramallo en La Plata; y un largo etcétera.

Muy diferente es plantear, como medidas inmediatas, la remoción de toda la cúpula de la policía y el control popular del accionar policial mediante representantes electos por los vecinos y las organizaciones de derechos humanos independientes del Estado, a través de la apertura de los libros de las comisarías y la investigación independiente sobre las denuncias que involucran a uniformados. Solo quienes combatimos todos los días la represión estatal al pueblo podemos ofrecer esa salida.

En el fondo, lo que contrasta es qué intereses sociales defiende cada uno. Santoro le habla a las patronales a las que la policía les pide coimas, pero nada dice de los empresarios que coimean a funcionarios y uniformados para evadir sus obligaciones laborales o fiscales. Es lo que señala Vanina denunciando aquella inseguridad de la que no hablan los candidatos ni los medios de comunicación, por ejemplo en los talleres textiles clandestinos: "la industria textil y costurera en la ciudad, que representa el 40% de la industria total de la vestimenta de Argentina, se desarrolla sobre la base de un delito: la trata de personas con fines de explotación laboral".

Es un punto central, cuando crecen las luchas obreras y populares contra el ancla salarial del gobierno de Milei y la política recesiva que redunda en miles de despidos, en un contexto de ofensiva empresarial contra los derechos laborales. ¿De qué lado se para Santoro? ¿Del de los trabajadores o el de las patronales y los políticos capitalistas que quieren terminar a la fuerza con las marchas, piquetes y bloqueos; y refuerzan a la policía para eso? A priori, no lo vimos acompañar una sola de las movilizaciones de jubilados reprimidas en Congreso.

Más aún, ese carácter de clase de la inseguridad se revela en que los grandes ganadores del crimen organizado se vieron beneficiados bajo todos los gobiernos nacionales con los sucesivos blanqueos de capitales, gracias a los cuales el dinero de narcos y evasores va a financiar los grandes emprendimientos inmobiliarios que encarecen el suelo urbano. Es "el delito de guante blanco, del que tampoco se habla. Ese delincuente que no declara las exportaciones pero después viene a quedarse con tierras de la Ciudad de Buenos Aires, es el que alimenta las cajas negras de la policía".

En definitiva, Santoro integra una fuerza que gobernó CABA y terminó con la masacre de Cromañón por su complicidad con los bolicheros y el negocio de la noche, con todas sus aristas delictivas. Hoy defiende un programa de gobierno que busca representar a sectores capitalistas con intereses antagónicos a los de las y los trabajadores, dentro de un peronismo que tiene sus huellas digitales en el empobrecimiento de la población que está en la base, por ejemplo, de la introducción de pibes en el narcomenudeo. El delito organizado se apalanca en la vulnerabilidad social que generaron los gobiernos capitalistas.

En cambio, la lista del FIT-U está integrada por compañeros del Polo Obrero que sostienen los comedores populares, tan atacados por Milei y Macri, y que son un factor fundamental en la contención contra el reclutamiento de soldaditos en los barrios más pobres, en el acompañamiento a familiares y víctimas de la trata de personas y el narco, en la pelea por trabajo genuino y la urbanización de las villas y asentamientos. Como sentencia Biasi, "solo el Frente de Izquierda ataca cada una de las causas de la inseguridad, porque es el único que está dispuesto a enfrentarse al Estado", y centra su programa en defender los intereses de las mayorías trabajadoras.

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