Políticas
23/12/2025
La reforma laboral precarizadora que sí se hizo, y sus consecuencias
7 de cada 10 jóvenes trabaja en forma precaria y solo crece el empleo informal.

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Más de 4 de cada 10 trabajadores está en la informalidad.
Entre los cuentapropistas precarizados y asalariados informales, en Argentina el 43,3% de los trabajadores ocupados carece de derechos tales como aportes jubilatorios, ART, licencias y vacaciones pagas, indemnización por despido, aguinaldo y obra social. La reforma esclavista que impulsa el gobierno no va a resolver esta situación sino que pretende igualar hacia abajo las condiciones de trabajo del conjunto del movimiento obrero.
Los datos del Indec arrojan que 9 millones de personas en el país trabajan de forma no registrada, y ganan, en promedio, un 57% menos que los trabajadores del sector formal. De hecho, perciben un ingreso promedio de $571.607 mensuales, por debajo de la línea de indigencia. En el agro, la construcción y el trabajo doméstico, la informalidad laboral supera el 50%.
Según un informe del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la UBA, el trabajo informal alcanza al 67% de los jóvenes entre 16 y 24 años. Como vemos, los empleos precarios son la norma entre la juventud, mostrando a todas luces un régimen que pisotea el futuro de las nuevas generaciones, para quienes independizarse económicamente de los padres y emprender un proyecto de vida autónomo les resulta cada vez más difícil.
Volviendo a las estadísticas del Indec, otro dato sobresaliente es que, de los nuevos ocupados del último año, el 84% son informales. Lo anterior da cuenta que la destrucción de empleo formal bajo el gobierno libertario tuvo como correlato la proliferación de puestos precarios, mostrando cómo los despidos y los cierres de fábrica fueron un vehículo para avanzar en los hechos en una reforma laboral regresiva.
De las cifras oficiales pueden desprenderse algunas conclusiones. Por un lado, semejante grado de informalidad laboral desmiente que el problema de la "huelga de inversiones" en el país resida en el supuestamente elevado costo de las cargas sociales y los salarios, como sostienen los pomotores de la reforma antiobrera. Las causas hay que buscarlas en el "costo empresario" y en una clase social minoritaria abocada la fuga de capitales y la especulación financiera.
A su vez, que los sectores con menor registración laboral sean aquellos con convenios colectivos de trabajo más flexibles refuta el argumento propatronal de que sería necesario degradar los derechos de los trabajadores para promover el trabajo en blanco. Por el contrario, la reforma presentada en el Congreso premia el fraude patronal, eliminando las multas a los empleadores que contraten en la informalidad.
Dicho proyecto no apunta a crear empleo registrado, sino a facilitar los despidos en el sector formal - abaratando las indemnizaciones-, para que los nuevos desocupados se reinserten en el mercado de trabajo en condiciones más precarias, ya sea como trabajadores de la llamada "economía de plataformas", tercerizados por agencia, haciendo changas, etc. En otras palabras, la reforma en puertas viene a profundizar la tendencia actual a la precarización del empleo.
No podemos dejar de mencionar que aún el 56,7% de la fuerza de trabajo en el país (15 millones de personas), aún pertenece al sector resgistrado. Es decir, el planteo de Emilio Pérsico y compañía, de que no habría que luchar contra la reforma laboral porque esta ya se habría aplicado sobre la mayoría de los trabajadores, es absolutamente falaz y funcional a la ofensiva de Milei. Que los obreros bajo convenio pierdan sus derechos y puedan ser despedidos fácilmente perjudica a los precarizados de muchas maneras: por un lado, dificulta la posibilidad de luchar por alcanzar condiciones de trabajo más favorables; además, crea un escenario en el que más trabajadores se volcarán al mundo de las aplicaciones como Rappi o Uber, aumentando la competencia en esos rubros y disminuyendo el ingreso; ni qué decir que caerá la demanda de esos servicios, dado que la misma está íntimamente ligada a la capacidad de consumo de los trabajadores del ámbito formal.
En definitiva, esta reforma ruinosa busca barrer con las conquistas de la clase trabajadora para que haya esclavos dentro de la fábrica y, afuera, un ejército de "buscavidas" rebuscándosela como pueden para ganarse el pan. Tenemos que derrotar este ataque histórico del gobierno y los capitalistas con la fuerza de la organización obrera y popular.




