Javier Milei se autoexculpó de las alarmantes cifras de pobreza que publicó la UCA tuiteando “la verdadera herencia del modelo de la casta: 6 de cada 10 argentinos son pobres”. Oculta que esta debacle es el resultado de las políticas en beneficio del gran capital que han guiado el accionar de los sucesivos gobiernos y que está profundizando el gobierno actual.

Milei contribuyó activamente en aumentar el índice de pobreza heredado de las gestiones que lo precedieron. La motosierra y el salto cambiario con el que inició su mandato no consistieron en un sacrificio común de todos los argentinos en nombre de “ordenar las cuentas”, como lo presenta el oficialismo, sino que se trató de una enorme transferencia de ingresos desde el bolsillo de los trabajadores hacia el de los grandes grupos económicos.

Según los datos del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate), en diciembre 2023, a causa de la megadevaluación que recalentó los precios, se produjo una pérdida de masa salarial del total de la economía equivalente a $1,13 billones de pesos. El informe señala que ese monto “fue ganancia adicional para exportadores, alimenticias, energéticas y otras”.

El presidente nos quiere vender que el origen de la pobreza reside en el Estado entorpeciendo el correcto funcionamiento del capitalismo y que la desregulación que él promueve solucionaría el problema. Ahora bien, la realidad es que es la clase capitalista la que comanda el Estado y se vale de este para perpetuar su dominación. Por lo tanto, es ella la responsable de la bancarrota que nos asola, la cual Milei se propone descargar sobre las espaldas del pueblo, multiplicando la cantidad de pobres. Cabe destacar que en el terreno de las disputas que existen dentro de la burguesía por ver quién se queda con la mayor tajada de la ganancia y carga con el menor peso fiscal, Milei actúa principalmente como representante de los intereses de los bancos y los fondos de inversión, incluso chocando con otras fracciones capitalistas.

Mención aparte merece la respuesta de Cristina Kirchner, quien se abstuvo de remarcar la parte de responsabilidad que tiene el gobierno actual en el crecimiento de la pobreza. En lugar de eso, cargó las tintas sobre la gestión macrista señalando que “el condicionamiento estructural que significaron sus decisiones en materia de endeudamiento, tanto por la magnitud de su volumen total con bonistas privados y con el FMI, como por el retorno de ese organismo multilateral en su rol de auditor de la economía argentina, aun persiste” y agregó, como si ella no hubiera ocupado el cargo de vicepresidenta, que “el gobierno que siguió no pudo o no supo cortar este verdadero nudo gordiano de la economía argentina”.

Lo cierto es que no quiso. El peronismo y el kirchnerismo nunca estuvieron dispuestos a romper el acuerdo ruinoso con el FMI, por el contrario, se dispusieron a rescatarlo durante su mandato, en detrimento de la población trabajadora. Por eso, el tuit de CFK se limitó a un intento de autoencubrimiento, y estuvo completamente ausente cualquier llamado a enfrentar el ataque al salario por parte de Milei, y menos aún señaló la necesidad de quebrar el programa fondomonetarista.

Finalmente, la única salida a esta catástrofe social a la cual nos han conducido todos los políticos capitalistas que se alternaron en el poder es mediante la lucha para recomponer los ingresos populares. Necesitamos asambleas en los lugares de trabajo y un paro nacional de la CGT y la CTA hasta conquistar un salario mínimo de $600 mil, cláusula de actualización salarial acorde a la inflación y trabajo genuino. La iniciativa de poner en pie un congreso de trabajadores ocupados y desocupados, asambleas barriales y movimiento de la cultura es fundamental para unir fuerzas y derrotar la motosierra antiobrera de Milei.

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