Políticas

17/11/1992|374

“Síganme, no los voy a devaluar”

¿Es cierto que Menem y Cavallo están defendiendo la estabilidad del peso con­tra los especuladores, o es más bien lo contrario, es decir, que están defendiendo a los especuladores contra el peso, y por lo tanto contra los salarios y las jubilaciones que se siguen y seguirán cobrando en pesos?

Aunque pasen de “estabilizadores”, es bueno tener presente que Menem y Cavallo han sido y siguen siendo los principales desestabili­zadores. Esto se ve claro en el hecho de que había permitido que el costo de vida subiera un 50% desde el inicio del *plan de convertibilidad'’, a pesar de que este “plan” congeló los salarios e inmovilizó la paridad con el dólar. También se manifiesta en que han autorizado la indexación de los alquileres de acuerdo a la valorización especulativa de la propiedad, y consiguientemen­te de los impuestos y tarifas que gravan al conjunto de las viviendas. Menem y Cavallo también autorizaron la indexación de las tari­fas del servicio público que fuera “privatizado”. Como consecuencia de todo esto el peso ha perdido en un año y medio un 40% de su valor. El principal perjudicado fue el salario, esto porque los beneficios empresariales fueron indexados, o fueron privilegiados con la cance­lación de deudas a menos de la mitad del valor con respecto al momento que fueron contraídas. Es el caso de las deudas empresariales con los bancos oficiales.

Hace solamente dos semanas Menem y Cavallo volvieron a desvalorizar el peso, cuan­do autorizaron aumentar la cotización del dólar que venden los exportadores y que compran los importadores. Se ha calculado que esta devaluación debe entrañar un crecimien­to del 6% en el costo de vida, es decir una pérdida para los trabajadores de tres mil millones de dólares en beneficio de la llamada “patria exportadora”. El gobierno creó de este modo, varios tipos de dólares; el dólar para ricos, a 1,20 pesos, y el dólar para jubilados, por ejemplo, a 0,40 pesos, que es la cotización del Bocón provisional.

Además, con la “corrida” cambiaría de la semana pasada el gobierno produjo otra deva­luación, al provocar un aumento de la tasa de interés, del 20 al 45% anual, que descuenta el riesgo, precisamente, de una devaluación de la moneda nacional. Según coinciden todos los diarios, esta suba ha reportado enormes beneficios a los bancos. Con esta maniobra devaluatoria la “patria financiera” se ha unido a la “patria exportadora” en los beneficios de la devaluación del peso.

De lo que se trata, de aquí en más, es de darle el golpe de gracia al peso, y más precisamente de ponerlo nocaut. De a- cuerdo a las últimas informaciones, Cavallo se aprestaría a *dolarizar” la economía, permi­tiendo la apertura de cuentas corrientes y la emisión de cheques en dólares, y autorizando a los bancos a constituir sus encajes indistinta­mente en cualquier moneda. El significado de estas medidas es muy claro: constituyen un llamado oficial a una “corrido” cambiaría “en orden”.

A diferencia de Sourrouille, que permitió la suba del dólar cuando muchos grandes capita­listas tenían sus reservas en pesos (lo cual provocó la caída del ministro y, luego, de su presidente, Alfonsín), Cavallo y Menem están ofreciendo las reservas del Banco Cen­tral para que los grandes capitalistas se lleven lo que necesitan, esto antes de proceder a la completa devaluación del peso. De modo que cuando Cavallo dijo que “el que apuesta contra el peso, pierde”, estaba mintiendo descaradamente. Los que han “corrido” con­tra el peso no han salido “castigados*, como había prometido, sino “premiados”, pues podrán usarlos en nuevas funciones de reser­vas bancarias y de transacciones corrientes.

De acuerdo a las informaciones de los dia­rios, Cavallo se propone crear una economía con dos monedas: con el peso se pagarán los salarios, en tanto que los movimientos de crédito y de capital se harían en dólares. Cuando se logre alcanzar aproximadamente esta situación, el gobierno devaluará el peso, es decir los salarios, los que según los capitalis­tas, están hoy “muy caros” en dólares. El de­rrumbe del “plan Cavallo” resulta, entonces, más que completo: no solamente acaba con una devaluación del peso sino con el propio peso. El “plan de convertibilidad” no habría sido en este caso más que una etapa en la expropiación económica de los trabajado­res argentinos y en el saqueo dirigido a pagar la deuda externa.

Podemos asegurar, sin embargo, que semejante “plan” no tiene ninguna posi­bilidad de desenvolverse “ordenada­mente” y que culminará en una desvalori­zación salvaje. Ocurre que “dolarizar” la economía significaría “privatizar” las reser­vas en dólares del Banco Central, reduciendo a cero las garantías del pago de los intereses de la deuda externa. Significaría también que el Banco Central ya no podría socorrer a los grandes capitales que quiebren, esto porque carecería de dólares y no podría emitir pesos. Semejante situación sería intolerable para la burguesía argentina. El propio crédito inter- nacional podría quedar suprimido, esto al de­jar de contar con la garantía del Estado y limitarse a depender del balance que ofrezcan las empresas nacionales. Pero si el gobierno no toma esta ruta catastrófica de la “dolarización”, ello tampoco salvará al peso, devaluado ya por todos lados por parte de la “gestión” menemista. Menem y Cavallo se encuentra hoy en la misma situación en que se en­contraba Grosso hace un mes, y exacta­mente por las mismas razones.

A los capitalistas, Menem les está dando la oportunidad de pasarse a dólares antes de la devaluación: “Síganme, les dice, no los voy a devaluar”. A los trabajadores les ofrece otro engaño como el del “salariazo” y el de la “revolución productiva”, y por eso intenta, por tercera vez, hacer pasar su viejo verso: “Síganme, no los voy a devaluar”

La tercera es la vencida.