Políticas
29/4/2025
Socialismo y religión
Editorial de Gabriel Solano en 14 Toneladas T2E12.

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Carlos Marx.
En este editorial vamos a abordar algunos problemas políticos de fondo, que habitualmente no tenemos tiempo de ver. Partamos de la realidad argentina. A raíz de la muerte del Papa Francisco, se quiso generar un clima de unidad nacional. Hubo sesiones en el Congreso que fueron suspendidas, como la que estaba prevista para investigar las denuncias de corrupción contra el presidente; es decir que la muerte del Papa habilita el robo por parte de un presidente de la Nación. Se hicieron misas; trascendió mucho una que se hizo en el barrio de Flores, donde vivió Francisco, donde estuvo presente la vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, conocida por ser defensora de torturadores y por ser la que le daba té a Videla en la cárcel. Y en esa misa estuvo presente también el candidato kirchnerista en la ciudad de Buenos Aires, Leandro Santoro, que cuando llegó la saludó en un clima de unidad nacional. La muerte del Papa estuvo por encima de todo; mucho más dignos que Santoro fueron los militantes -uno puede pensar que eran kirchneristas o que estaban en la puerta de la Iglesia- que insultaron merecidamente a Villarruel, insisto, por ser una defensora de torturadores. Y todo eso fue generando, en la Cámara de Diputados, en el gobierno y en misas, este clima de unidad nacional. Nosotros desde ya que no somos parte de esto. No suspendimos las campañas electorales como las suspendieron otras fuerzas políticas, porque nos parece que hay que utilizar la campaña electoral como un instrumento de lucha del pueblo argentino contra la barbarie que está sufriendo; y jamás suspenderemos una campaña electoral por la muerte del Papa.
Todo esto nos lleva a hacernos algunas preguntas interesantes para que podamos discutir en profundidad. ¿Por qué se hace esto por la muerte del Papa? Bueno, pues tiene que ver con la característica misma de la función de la Iglesia y de la religión en la sociedad actual. Y cuando uno va a ver esta función se da cuenta por qué los teóricos marxistas, desde sus orígenes, le dieron tanto valor al estudio de la religión. El propio Marx, sobre todo cuando era joven, prácticamente tiene que saldar cuentas con la religión para poder luego construir textos más elaborados como “El Capital”.
Hay una polémica importantísima de Marx con quien había sido uno de sus formadores, Feuerbach, un filósofo importante que estudió el cristianismo. ¿Cuál es la diferencia entre uno y otro? Este filósofo decía lo siguiente: la religión es la expresión de la enajenación del hombre, de la sociedad. Uno puede pensar que es una explicación que podría dar el marxismo; y Marx toma en parte esa descripción, pero hace un análisis mucho más de fondo. Dice lo siguiente: esa es la expresión ideológica (la religión) de la enajenación, entendiendo como enajenación la pérdida de los individuos del control sobre su propio trabajo, y, por lo tanto, sobre su propia esencia humana; pero la base de fondo es la realidad material, es la explotación del trabajo, no es la construcción ideológica que se construye sobre eso -que vendría a ser la religión. Entonces, para terminar con la enajenación, no hay que terminar con la religión, sino terminar con la explotación. Y cuando terminemos con la explotación y con la opresión, la religión irá perdiendo el poder que tuvo en la historia humana. Bajo una caracterización distinta del origen de la religión surgen tareas muy distintas sobre lo que hay que hacer; en un caso combatir solamente una religión, en el otro terminar con el capitalismo.
Y esto que Marx toma como fundante tiene que ver con que el origen mismo del cristianismo -estamos hablando de un Papa católico, cristiano- estuvo muy asociado a estas polémicas. Hay textos muy interesantes de distintos teóricos socialistas; de Engels se pueden encontrar cosas muy interesantes, pero quizás quien más lo sistematizó fue Kautsky en el libro “El cristianismo, sus orígenes y fundamentos”, que muestra cómo el cristianismo en sus orígenes era la expresión ideológica y organizativa del sector del proletariado romano en la época imperial; surge como una organización proletaria. Kautsky va más a fondo y la tilda de comunista, porque los diferentes planteos y la organización interna en los primeros núcleos cristianos eran propios de un comunismo muy atrasado. Citando los primeros textos que están en la Biblia, señala con mucha agudeza cómo se desenvuelven planteos que tienen que ver con lo que hoy llamaríamos odio de clase, el odio del proletariado antiguo contra la explotación que sufría; un odio de clase que nosotros hoy también queremos fomentar. Acá se habla mucho contra la teoría del odio cuando se la adjudican a Milei; nosotros rechazamos el odio de la burguesía y del fascismo contra el pueblo, propiciamos el odio de los trabajadores contra todo lo que está mal: la explotación, la opresión, el racismo, la xenofobia, la persecución a las diversidades sexuales. Eso es un odio muy positivo que tenemos que auspiciar. Y ese proletariado, en sus orígenes, tenía mucho odio contra la explotación que vivía, contra la riqueza que acumulaba un puñado de sectores de la sociedad mientras la mayoría vivía con privaciones totales. Kautsky cita frases que están en la propia Biblia, por ejemplo cuando dice que es más difícil que un camello pueda pasar por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de los cielos. Esa frase que es conocida mostraba el odio de clase de ese proletariado contra las clases poseedoras en la época de la Roma imperial. Y va a ir mostrando Kautsky cómo, en la medida en que el cristianismo se va convirtiendo en la religión de Estado -y eso va a pasar en Roma recién en el siglo IV-, se van a ir modificando los textos para hacerlos más amigables a las clases poseedoras de ese momento. Él hace un análisis muy interesante porque se dedica a estudiar las diferencias, por ejemplo, entre los textos de San Juan y los de San Mateo. Un teórico marxista de los más importantes que tuvo la historia, Kautsky, se dedicó a analizar los diferentes evangelios y mostró cómo los de San Juan (los primeros evangelios) son comunistas y muestran el odio de clase, y los de San Mateo buscan adaptarse al ingreso al cristianismo de los sectores poseedores.
Acá hay un tema interesante, que es clave que el Partido Obrero y en general las fuerzas revolucionarias que se reclaman marxistas lo tengan en cuenta: la diferencia entre ese proletariado y el proletariado actual. Ese proletariado, en buena medida -y Kautsky lo dice- vivía de la sociedad (la riqueza la producían los esclavos). Es un proletariado que también trabajaba parcialmente, pero como tenía derecho a voto buscaba ser seducido por las clases poseedoras y muchas veces prostituido con diferentes tipos de dádivas; y no era un proletariado que podía transformar la sociedad, no ocupaba un lugar vertebral en la sociedad como sí lo ocupa el proletariado moderno. El proletariado actual no vive de la sociedad, sino que hoy la sociedad vive del proletariado, porque el que produce la riqueza es el obrero.
Este proletariado que produce la riqueza no puede tener como ideología el cristianismo, tiene que tener como ideología un planteo de transformación de la sociedad: el socialismo, el marxismo. Y el socialismo científico se diferencia de los socialismos anteriores en que los demás eran utópicos; expresaban el ideal de igualdad, pero esa igualdad no podía materializarse porque el desarrollo de las fuerzas productivas no reunía las características adecuadas para poder superar las contradicciones de clase; había que atravesar una cantidad de sociedades de clase para que se desarrollen las fuerzas productivas y poder arribar a un socialismo real, terminar con la explotación del trabajo, y poner fin a esta enajenación que caracterizó a las sociedades de clase en los últimos siglos.
Y eso ahora lo tenemos que ver. ¿Por qué es importante discutirlo ahora? Es importante discutirlo porque tenemos mucha gente del progresismo y de la izquierda -incluso con seguridad, votantes del Frente de Izquierda- que ve con simpatía la figura del Papa Francisco y está bregando para que este concilio que se tiene que hacer en el Vaticano elija algún tipo de Francisco II; es decir, que no tengamos un Papa reaccionario sino uno progresista, con la idea de que al menos es positivo que tengamos en el Vaticano un Papa que hable de la desigualdad, un Papa que hable de la crisis climática, o un Papa que hable de la distribución del ingreso y la justicia social. Y eso no lleva a ningún lado, porque muchos después dicen "es cierto que el Papa hizo muchas cosas que no podemos reivindicar, encubrió pedófilos y cosas por el estilo, pero reivindicamos esa parte (su 'progresismo')".
Ahora, ese tipo de alusiones genéricas no son alusiones para terminar con el sistema capitalista. Yo escuché al Papa el otro día -antes de su muerte- criticando a los megamillonarios que tenemos en la actualidad. “¿Por qué no distribuyen una parte de su riqueza? Y ellos mismos serían más felices y harían feliz al resto de la humanidad”, dijo. Bueno, así no funciona el capitalismo, si esos megamillonarios distribuyen una parte de su riqueza, quiebran y un competidor los pasa por arriba. Y la sociedad capitalista no es esa sociedad precapitalista en la cual surge el cristianismo, en la que había una distribución de mercancías y en eso consistía la solidaridad. Y esa diferencia es fundamental entenderla. Entonces, la lucha contra el capitalismo no puede ser materia de la Iglesia, no puede ser materia de la religión, tiene que ser materia de una fuerza anticapitalista y socialista que actúe sobre la base de un programa y organice a la clase obrera. Y para que eso pueda prosperar es importante combatir dentro de las filas del movimiento obrero la influencia de la religión.
Se sabe poco que una de las tareas que tuvo León Trotsky dentro de la Unión Soviética, quizás accesoria porque no era la principal -tuvo tareas mucho más importantes, él creó el Ejército Rojo que derrotó la invasión de potencias imperialistas en un momento en que Rusia quedó destruida después de la Primera Guerra Mundial. El pidió ejercer en sus "ratos libres" en el departamento de lucha por el ateísmo, en un país donde había mucha presencia de la Iglesia Ortodoxa rusa. El Estado luchaba por el ateísmo. Entonces no es menor esta pelea, no es menor que nosotros como fuerza socialista planteemos también una lucha por el ateísmo en las actuales circunstancias, y mostremos que la influencia de la religión es negativa para las tareas que tienen los pueblos del mundo, o sea, terminar con todo tipo de opresión y explotación y hacer, como dice “La internacional”, que el paraíso sea la tierra. Combatimos la idea de que existe un paraíso que viene a subsanar las miserias que ha tenido y tiene la humanidad en el planeta Tierra.
