Salud

18/3/2022

Gripe A y nuevas cepas de coronavirus: el gobierno mira para otro lado

Impera la política de ajuste fiscal sobre la salud al servicio del pacto con el FMI.

Cantón, China (Reuters)

Cuando el gobierno da por zanjada la pandemia de coronavirus en el país, profundizando el ajuste sobre la salud pública y el desmantelamiento de dispositivos sanitarios, el avance de nuevas cepas y subvariantes por el mundo pone la lupa una vez más en sus impactos, al turno en que se expande a niveles inusitados la Gripe A. Distintos diarios y portales del mundo hablan ya de la “Deltacron”, que se estaría expandiendo fundamentalmente en Estados Unidos y Europa. No obstante, amén de la aparición de esta variante “híbrida”, la Ómicron desarrolló a su vez una nueva subvariante, la BA.2.

Las nuevas variantes están generando estragos. Tal es el caso de China, que registró este martes más de 5.000 casos diarios, su cifra más alta desde 2020. 36 millones de personas han vuelto a estar bajo cuarentena (BBC, 15/3) en el gigante asiático. Europa también vio un incremento de los casos en las últimas semanas, en el promedio de un 20% al inicio de marzo (El Cronista, 16/3). En medio del estallido de la guerra en Ucrania, que abrió un nuevo capítulo en la crisis mundial, el Covid-19 todavía sigue actuando como un claro factor de agravamiento de esta última.

En las últimas horas ya se detectaron en el país vecino de Brasil los primeros casos de la cruza entre Delta y Ómicron. El gobierno argentino se mantiene, sin embargo, en su posición de haber prácticamente dado por terminada la pandemia. El desmantelamiento del sistema de salud se agiganta de la mano del acuerdo con el FMI que trae bajo el brazo un ajuste infernal sobre todas las áreas de gasto público. De los dispositivos y recursos montados durante la primera ola no quedan ni las cenizas, y ya se privatizaron hasta los testeos.

Para peor aún, Argentina atraviesa ahora una propagación de Gripe A que, según reconoció el propio ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, está “generando internaciones por neumonía”, y tiene “sintomatología muy similar al coronavirus”. Pero nuevamente apeló a las responsabilidades individuales, desligándose de llevar adelante cualquier acción en tal sentido. Pidió “reforzar el uso del barbijo, el distanciamiento social, ventilar ambientes y el lavado de manos”. En nada va a cambiar la política de ajuste del gobierno, aún ante este brote de gripe viral en marcha con las nuevas cepas de coronavirus golpeando la puerta. Varios epidemiólogos han alertado acerca de los atrasos generados por la escasez en la provisión de vacunas antigripales.

Los rebrotes en todo el globo vuelven a colocar en el centro de la escena los problemas y las desigualdades en la vacunación. Estas nuevas cepas demandan un alto grado de inmunización, haciendo que sea sumamente necesaria la aplicación de la tercera dosis. Esto fue recientemente confirmado en un estudio liderado por científicos del Conicet, que se publicó incluso en la revista The Lancet Infectious Diseases. En nuestro país, al momento, posee el esquema con tres unidades solamente el 40% de la población.

Lejos de haberse acabado la pandemia de coronavirus, esta es reavivada una y otra vez por el retraso en la inoculación. La vacuna no ha dejado de ser un negocio concentrado en las manos de unos pocos pulpos farmacéuticos, que se distribuyó con distinguible antelación entre las potencias imperialistas relegando a los países semicoloniales y atrasados. Tal es así por ejemplo que África, el continente más empobrecido del mundo, podría demorar hasta agosto de 2024 en completar el 70% de su vacunación según reconoció la OMS.

A su vez, el secretismo entre los laboratorios y los Estados para la firma de sus acuerdos abrió la puerta al crecimiento de la reticencia entre la población mundial a la aplicación de la vacuna. Es por caso lo que ocurre en Hong Kong, que atraviesa por estos días una saturación absoluta de su sistema de salud con miles y miles de internaciones, muertes y hospitales abarrotados. Estos factores son los que crean el caldo de cultivo para que sigan apareciendo nuevas variantes, desnudando la completa incapacidad del capitalismo de ponerle un punto final definitivo a la pandemia. La privatización de la salud o los ajustes ejecutados por los gobiernos del mundo no hacen más que echar leña al fuego.

Nuestro país se avecina a la posibilidad de una nueva oleada de contagios de coronavirus y de impactos sanitarios también por el rebrote de la Gripe A. El gobierno, en tanto, no hace más que mirar para otro lado y pedirle a la población que ahonde en cuidados individuales, mientras las escuelas y universidades retornan a la presencialidad sin adecuaciones edilicias para garantizar los protocolos, mucho menos que hablar entonces de los lugares de trabajo.

La pandemia no se terminó. Tenemos que seguir oponiendo un programa de los trabajadores a la crisis sanitaria, que se agravará por extensión de oficio de toda la crisis capitalista. Hay que romper el pacto con el FMI y dejar de pagar la deuda externa, para proceder a no menos que triplicar el presupuesto para el sistema de salud. Es sumamente necesaria también la centralización de todos sus recursos, el montaje de dispositivos de testeos públicos y la puesta en pie de comisiones de higiene y seguridad en todos los lugares de trabajo y estudio por parte de los trabajadores y la comunidad educativa.