Sindicales

23/12/2025

Elecciones gráficas: una batalla política excepcional del clasismo

La Naranja-Bordó obtuvo el 18,5% en los talleres fiscalizados.

Sec Gral CI Morvillo y excandidato a Sec. Gral de la Lista Naranja-Bordó.

Naranja Gráfica.

En el marco de un gremio asediado por cierres y despidos, con salarios de pobreza y verdaderas dictaduras patronales en los talleres, se realizaron las elecciones de la Federación Gráfica Bonaerense: la oposición clasista conquistó el 18,5% de los votos en los talleres fiscalizados. Un resultado que ofrece una plataforma importante para defender y seguir desarrollando la construcción del clasismo.

Sobre un padrón declarado de más de 10.000 afiliados, 4.000 trabajadores participaron de la elección. El desarrollo de la votación, aunque con formas más prudentes y menos obscenas - condicionadas por el contexto político- que en elecciones anteriores, repitió los mismos vicios. En las urnas no fiscalizadas el porcentaje de los votos a la Lista Naranja-Bordó descendió de manera llamativa al 5,5%, incluyendo las 52 urnas (sobre 123) con cero votos al clasismo. Algunas de las cuales, además, contaron con el voto total del padrón. Estas urnas sin control determinaron que el porcentaje final de la Naranja-Bordó para las estadísticas oficiales descienda al 9,2%.

La Naranja-Bordó ganó en Madygraf, Fotograbados Lynch y La imprenta ya!. En Impresores, el taller más grande del gremio, obtuvimos el 27%. Fueron destacados los resultados en Barrier (35%), CG Form (27%), Papelera Orlando (24%), Cotigraf (21%), Casano (25%), Valid (23,5%), Valendam (33%), Ramón Chozas (26%), AGM (19%), Farmográfica (18,5%), Zaniello (17,5%), Latingráfica (17,5%).

Un aspecto para señalar es que el abstencionismo fungió como una manifestación antiburocrática, de rechazo a la política de la Verde, sobre todo en algunos grandes talleres (Impresores, Luma) que el clasismo no pudo capitalizar, lo que constituye un desafío para la etapa actual.

La Naranja Gráfica se cargó al hombro la tarea de poner en pie la lista en condiciones muy adversas, sobre todo tras el cierre y la ocupación de Morvillo, que ya lleva 10 meses.

La presentación de la lista con más de 80 candidatos y 450 avales fue una primera conquista y, a su vez, una señal que da cuenta de la inserción de la Naranja en el gremio, de un trabajo histórico de más de cuatro décadas. También la fiscalización de la mayoría de los talleres descansó en la Agrupación Naranja. Esto es lo que fuimos a defender y lo hicimos con éxito: la vigencia y la necesidad de seguir construyendo el clasismo en los sindicatos para recuperarlos y ponerlos a disposición de los intereses obreros.

Los jubilados y el vaciamiento del gremio

Históricamente los jubilados constituyeron un caudal electoral estratégico para el ongarismo. Su participación supo rondar el millar. Se trataba de generaciones de gráficos que en su etapa activa participaron en la vida del gremio y mantenían, en su retiro, una visión romántica de la misma. Muchos evocaban el recuerdo de Ongaro perseguido y exiliado víctima de la  dictadura videlista que asesinó, incluso, a unos de sus hijos. El ongarismo construyó un compromiso moral y político con esas generaciones, que se mantuvo pese a sus capitulaciones posteriores (como el apoyo a los indultos de los genocidas o la privatización de las jubilaciones).

Ese compromiso fue alimentado además por una fuerte política asistencialista hacia los jubilados a través de la obra social (lo que ayudó a disimular su renuncia a luchar efectivamente por mejorar sus ingresos).

Los jubilados actuales lejos están de tener esa visión: el sindicato que conocen es funcional a la miseria de haberes y salarios, despidos, cierres y la obra social está en crisis hace años. Los trabajadores gráficos incluso son relegados en su atención debido a la venta de servicios a otras obras sociales o ARTs.

El viernes pasado votaron a la Verde 81 jubilados. Radiografía de un gremio vaciado.

Una dirección a prueba

La nueva dirección del sindicato gráfico emerge como un recambio generacional con “continuidad de la línea histórica”. O sea, programáticamente no solo no rompe, ni siquiera cuestiona la política llevada adelante por la Verde; la reivindica.

Es importante advertir, sin embargo, que la “renovación” no fue en términos amistosos. Un sector, que supo manejar los resortes del aparato quedó desplazado, aunque conserva posiciones estratégicas.

La FGB fue en los últimos años protagonista destacada de la Corriente Federal Kirchnerista, y con ella muestra cabal de sus límites insalvables para abrir canal de lucha alguno en el movimiento obrero argentino. Al contrario, se constató su ADN absoluto como parte de la burocracia sindical peronista.

La debilidad principal de la nueva dirección se manifiesta por doble vía. La primera es su falta de autoridad política para intervenir en la lucha interna, lo que puede agudizar la conformación de camarillas y/o el empleo de métodos expulsivos o violentos para resolver diferencias.

La segunda es su falta de experiencia en el terreno de la lucha. Se trata de un sector cuyo único mérito sindical es haber trepado posiciones dentro del aparato canalizando el descontento expresado, sobre todo, por un sector del cuerpo de delegados. De luchas, nada.

La etapa actual de ofensiva patronal sobre la clase obrera, incluso sobre sus organizaciones, pondrá a prueba a la nueva dirección. Sus antecedentes no pronostican buenos resultados para los trabajadores gráficos. Más que nunca, está a la orden del día la lucha por poner en pie direcciones clasistas, antiburocráticas y combativas en los talleres como en el sindicato. En esa tarea continuamos desde la Naranja Gráfica.

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