El encuentro “entre sectores empresarios y sindicales” para “fijar una hoja de ruta que permita alinear precios y salarios”, que se había anunciado para esta semana, finalmente no se concretó. La vocera presidencial, Gabriela Cerruti, se limitó a explicar que “el presidente y el ministro de Economía están trabajando en esa convocatoria”. El fracaso de la reunión, que se suma a la postergación del Consejo del Salario para el 22, es un golpe al supuesto timing político de Massa.

Las patronales tiene en su agenda varios temas pesados: los proyectos de reducción de la jornada laboral y ampliación del régimen de licencias, que se empezaron a tratar en la comisión de Legislación del Trabajo en Diputados. Y, sobre todo, el adelantamiento del pago de Ganancias, que alcanzará a “1.900 grandes empresas que se beneficiaron con aumentos en la rentabilidad debido a la suba de precios que provocó la guerra de Ucrania”.

Ese adelanto sustituirá al impuesto a la renta imprevista que no pasó de los discursos. Aun así, las patronales advierten que la medida tendrá efectos catastróficos como “la posibilidad de una ruptura de la cadena de pagos” o “dificultades para afrontar el pago de salarios o las inversiones” y amenazan con judicializarla. “Las conversaciones previas – deslizó una fuente empresaria- no arrojaron acercamientos.”

Por el lado de la CGT la queja fue la falta de comunicación con el ministro y su entorno “a pesar de que varios popes cegetistas (como Acuña y Héctor Daer) tuvieron caminos políticos muy vinculados al tigrense”.

La movilización del 17 de la CGT es en apoyo al gobierno

El frustrado encuentro con Massa “avivó las diferencias entre los distintos espacios que conviven en la sede de Azopardo”. Esto se expresa en que, faltando pocos días para la movilización anunciada un mes atrás (a la que se plegó inmediatamente la CTA de Hugo Yasky) las divergencias sobre la jornada que se esbozaron de entrada se han profundizado.

Bajo una anodina consigna “Primero la Patria” y haciendo blanco en “los formadores de precios”, la convocatoria constituye un gesto inequívoco de apoyo al gobierno y a Sergio Massa, es decir, al reforzamiento del ajuste contra los trabajadores.

No habrá oradores y se leerá un documento que “exhortará a la clase política a armar un gran acuerdo nacional para enfrentar la crisis”.

La ausencia de todo reclamo concreto encubre la responsabilidad del gobierno peronista, y de la propia burocracia en especial, en haber derrumbado “el salario real de los empleados formales al nivel más bajo de los últimos 12 años”.

Los gremios del transporte agrupados en la Ugatt -que encabezan el ferroviario Omar Maturano y el colectivero Roberto Fernández- emitieron un comunicado con el título “Con esperanza no marchamos” y acusan a la conducción cegetista de llevar a los trabajadores “a la lucha de clases” por denunciar a sectores empresarios de especular con los precios. La Ugatt cobija también al sindicato de los estacioneros de Carlos Acuña cuyo jefe sindical, Luis Barrionuevo, es un enemigo político de Massa y rechaza la marcha por razones opuestas: sostiene que sin un perfil de crítica al gobierno “termina siendo a favor” (¡!).

Lo difícil de explicar para Acuña es que, siendo uno de tres secretarios generales de la central, también es parte de la convocatoria oficial.

Bono versus paritarias a la baja

Uno de los temas de discordia al interior de la burocracia -y también del Frente deTodos- es la posibilidad de que el gobierno suspenda las paritarias por 60 días y disponga por decreto la entrega de un bono o suma fija. Tal posibilidad, acompañada de un congelamiento de precios, fue sugerida por el propio Alberto Fernández. La suma fija es rechazada por “los Gordos” y otros sectores que entienden que tal cosa rebaja su papel como interlocutores excluyentes de los trabajadores (o sea como garantes de la entrega).

Contradiciendo a los Fernández (la primera en hablar del bono fue CFK) el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, expresó en una conferencia de prensa que “las paritarias funcionan muy bien y no hay razones para apelar a otro mecanismo”.

Aunque las revisiones paritarias se acortan al no haber control a las remarcaciones de precios los salarios seguirán corriendo por detrás de la inflación. Varias consultoras proyectan una inflación anual acumulada del 95% y una suba salarial promedio del 88%; lo que representa una contracción neta del 7%.

La Corriente Federal y la CTA, en cambio, son partidarios del aumento por decreto. Lo mismo el moyanismo, aunque aclarando que podría ser “como adelanto o a cuenta de la negociación paritaria”.

Las diferencias podrían quedar expuestas el mismo 17 si, como trascendió, Pablo Moyano termina instalando un escenario por su cuenta para hablar a los Camioneros luego del acto central.

El rompecabezas de la burocracia se completa con la CTA Autónoma de Cachorro Godoy que resolvió hacer “cortes, asambleas y movilizaciones” pero un día después, el 18, para “que el gobierno tenga una actitud diferente”. No obstante, Godoy avisó que “si la CGT llegara a emprolijar bastante, iremos (el 17) y aportaremos algo de volumen político”.

Aunque disimulado tras la discusión “bono versus paritarias a la baja” el principal punto del temario que la CGT espera resolver con Massa son los 35 mil millones de pesos para las obras sociales prometidos que no aparecieron y han quedado ahora bajo la amenaza del recorte general de gastos.

Vayamos todos con el sindicalismo combativo

En un plano antagónico a la movilización oficialista y superregimentada de la CGT y la CTA el Plenario del Sindicalismo Combativo marcha a Plaza de Mayo ese día, por el triunfo de las luchas actuales -el Sutna, la Unidad Piquetera, los docentes de Mendoza, Neuquén, Santa Fe y Chubut, entre otras– y un programa de salida a la crisis que parta de la ruptura con el FMI. Por un paro nacional y un plan de lucha para imponerlo.

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