Sociedad

27/11/2025

Solo los hinchas genuinos pueden sacar al futbol argentino de su crisis, ni la mafia de Tapia ni el rumbo privatista

Socio de Estudiantes de La Plata n° 3160911.

Estudiantes de La Plata contra la dirigencia de la AFA.

La manipulación de resultados, fixtures, configuración de torneos y arbitrajes está fuera de discusión para el común de los hinchas del fútbol argentino. Los aficionados ya incorporaron en sus “análisis deportivos” cotidianos la influencia que el presidente de la AFA Claudio “Chiqui” Tapia ejerce para acomodar resultados a su antojo y en beneficio de los clubes que protege. Empezando, claro, por su Barracas Central que, en apenas un lustro, escaló varias divisiones y se encamina a jugar copas internacionales.

La práctica no es nueva ni se limita al fútbol local. Ya había tenido como beneficiario al club Arsenal de Sarandí cuando su difunto fundador, Julio Grondona, conducía los destinos del fútbol argentino. Pero la gestión de Tapia, sin lugar a dudas, dio un salto en su alevosía y ausencia de tapujos.

Mano de hierro

Aquellos clubes que no se subordinan a los antojos del titular de la AFA sufren arbitrajes abiertamente parciales y el VAR, que surgió como una forma de garantizar transparencia deportiva, en manos del “Chiqui” Tapia se transformó en un instrumento de mayor manipulación. El tribunal de disciplina llegó a sacar resoluciones específicas para que no se hicieran públicos los audios de los debates entre los réferis que operan el VAR, tal como dispone el reglamento, en circunstancias que favorecieron abiertamente a Barracas Central. El mismo tribunal sancionó al árbitro Nicolás Lamolina por expulsar al hijo del presidente de la AFA y jugador de Barracas.

Varios son los clubes que fueron perjudicados con un saldo de varios puntos que afectaron su acceso a los “play off” y a las copas internacionales. El daño, claro, no es solo deportivo sino también económico y perjudica a los clubes y también a los jugadores que resignan premios y, llegado el caso, podrían privilegiar su participación en un club u otro en función de los favores que cada uno de ellos reciba de parte de la AFA.

Mafia y rebeldía

La actitud de los jugadores de Estudiantes de La Plata que, por sugerencia del presidente del club, decidieron dar la espalda al homenaje a sus pares de Central fue un gesto de dignidad y de confrontación con esas arbitrariedades luego de que los dirigentes de la AFA resolvieran en forma unilateral (sin votación) otorgar “ex post” un título de campeón a Rosario Central.

La resolución que obligó a los jugadores a realizar el homenaje de prepo a los “campeones” tuvo el propósito de emitir un mensaje mafioso exigiendo subordinación a los mandatos de la AFA y, lejos del espíritu deportivo de la práctica, buscó humillar a un club que decidió no alinearse a la camarilla oficialista. Así lo entendieron los mismos jugadores de Central y sus hinchas que no levantaron ningún reproche contra sus pares de Estudiantes e incluso llegaron a reivindicarlo en programas partidarios.

La posterior amenaza de sanción económica y deportiva a jugadores e institución se fundamentó en un informe arbitral basado en una resolución que, se supo luego, redactaron con fecha adulterada minutos después de la finalización del partido que, paradójicamente, ganó Estudiantes por 1-0 en calidad de visitante.

El apoyo de hinchas de otros clubes que cosechó la actitud (los festejos del gol de Estudiantes se escucharon en los barrios de la CABA) solo encontró un límite en el repudio al intento de copamiento y usufructo del gobierno que pretende identificarse con Estudiantes de La Plata a partir de la aventura privatista que, el año pasado, encaró su presidente e ídolo del club Juan Sebastián Verón.

Los clubes, de los socios

Esa intentona, vale la pena ahora remarcarlo, no avanzó por el rechazo profundo a cualquier forma de privatización que anida en los socios e hinchas del club platense. El proyecto de acuerdo con el empresario Foster Gillett ni siquiera fue formalizado ante la Comisión Directiva del club en tanto en una reunión informal solo cosechó dos voluntades a favor contra once en contra y, se descontaba, sería derrotado en la asamblea general de socios en la que, por estatuto, necesitaba reunir dos tercios de los votos que, además, se realizarían de manera secreta y en cuarto oscuro. Ese fue el verdadero motivo por el cual esa asamblea jamás se realizó y el proyecto naufragó.

La derrota de Verón no fue propagandizada con el propósito deliberado de preservar la figura del máximo ídolo de la historia del club. La intentona privatista la pararon los socios e hinchas de un club cuya vida política interna es muy intensa desde su fundación cuando un grupo de jóvenes estudiantes platenses rompió progresivamente con el entonces club de la oligarquía pampeana y hoy su clásico rival Gimnasia y Esgrima de La Plata, en el que la práctica del fútbol estaba prohibida.

El sentimiento que prima entre los hinchas del Pincha es el de orgullo por el desafío al poderío de la AFA, el temor por las represalias y el rechazo al intento demagógico del gobierno de apropiarse de sus colores para abonar a sus objetivos privatistas. El gobierno libertario aspira usufructuar en forma reaccionaria este primer enfrentamiento contra las arbitrariedades de una camarilla que está desnaturalizando definitivamente el deporte más hermoso y popular de la Argentina.

Pero, además, en este contexto, resulta una falsa dicotomía la que sostiene que Tapia representa una resistencia “nacional y popular” a la privatización y penetración del capital privado en el fútbol argentino. Por el contrario, el Chiqui pretende garantizar a mano de hierro el monopolio del negocio privado del fútbol para su propia camarilla. Así lo demuestra su gestión en Barracas Central y la subterránea pero persistente penetración del capital privado en los principales clubes del fútbol argentino, más allá de su status de clubes de los socios. La tendencia privatista, además, tiene alcance mundial y es acicateada por los “Chiqui” Tapia que pululan en la Fifa.

Barracas Central, un club de menos de 2.500 socios acaba de inaugurar la reforma de su estadio por un valor de U$S 10 millones cuando el club no registra ningún pase de jugadores al fútbol internacional. Lo mismo ocurre con Deportivo Riestra o el Central Córdoba de su tesorero Pablo Toviggino. La cúpula de la AFA exhibe evidentes vasos comunicantes con financieras como Sur Finanzas vinculada con el poder político de la zona sur del Gran Buenos Aires e investigada en el marco de la causa por la Andis y por lo tanto con lazos con el gobierno libertario.

Así las cosas, no hay nada más funcional a la privatización del fútbol argentino que los manejos despóticos y fraudulentos de la camarilla que controla la AFA.

La independencia política de los hinchas genuinos en esta disyuntiva es el único camino que puede llevar al triunfo y poner un límite al fraude y la avanzada privatista. El silencio cómplice de los directivos del resto de los clubes (Riquelme de Boca no se pronunció y Di Carlo de River Plate lo hizo recién cuando quedaron eliminados de la Liga y fuera de la Libertadores) y la connivencia de los barras bravas con el poder de los dirigentes y la misma AFA, debe ser quebrado por los hinchas de a pie que, en la calle y en los estadios, pueden hacer sentir su repudio a la camarilla.  

El eventual camino de una intervención a la AFA también debe ser rechazado como una salida saludable para el fútbol. No será de la mano del gobierno libertario y privatizador que el fútbol recupere su esencia que, en definitiva, solo podrá ser obra de un gobierno de trabajadores.

¡Que viva el fútbol! La pelota no se mancha.

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